sábado, 15 de marzo de 2014

0 TOSCAS AMBICIONES

Existe quien pretende reinar desde las espectrales sombras del artero anonimato. El titiritero perverso que expone sin resguardo a sus autómatas marionetas cree conducir una invencible legión romana. Los muñequitos de madera van una y otra vez a navegar en ríos  sin nada de agua, reman y reman incesantemente sobre el fondo arenoso del lecho seco. No logran explicarse porque no avanzan… Exponen entusiastas y casi convencidos los fundamentos de la rueda cuadrada. Opacan la cristalina atmósfera con palabras en agónico estado. El fanatismo incoherente de trabajar en contra de…  les aturde la razón. ¡Toscas ambiciones las que buscan la destrucción!  Nobles sentimientos constructivos mansamente se opondrán a los voceros del odio. Pero más allá de la tristeza que ocasiona apreciar a personas buenas, perturbadas por pensamientos de rencor, indefectiblemente los errores se superaran con prestancia y firme voluntad. Luego de lanzar granadas y bombas de burdas mentiras con afán de difamar y herir, exhiben un cartel que dice: ¡no se defiendan, no tiren somos pacifistas! Tanto tensar la cuerda, un día se romperá. Si no hay policía, esgrimen, no nos brindan seguridad, ¿Dónde está la seguridad? Cuando aparece la presencia policial, cacarean diciendo: ¡Represión, represión, autoritarismo! Llamemos las cosas por su nombre, los embarcados en conspiraciones y planes destituyentes en San Miguel están intoxicados por su propio veneno.” La organización vence al tiempo” nos dijo el General, y cuánta razón tenía. Debemos partir desde nuestra propia buena voluntad. Al poder político genuino se llega de una sola forma, a través del voto libre de los ciudadanos. El sistema de vida democrático debe defenderse desde nuestra propia interna convicción pluralista y respetuosa del pensamiento y la voluntad del otro. Lo demás es autoritarismo disfrazado de línea política. Nada sucede por imperio de la casualidad, “El hombre es artífice de su propio destino”. Nos vendría muy bien recordar las enseñanzas de Juan Perón, Sobre todo aquella que asevera: “Para cada argentino no debe haber nada mejor que otro argentino”.







Máximo S. Luppino

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