miércoles, 26 de septiembre de 2012

0 CADA CUAL CON SU PELÍCULA


Todos los seres humanos compartimos el mismo dichoso planeta Tierra en el cual vivimos construyendo nuestros sueños, persiguiendo nuestros anhelos. Buscamos “aquello” que nos proporcione paz y felicidad duradera. Pero a pesar de que nos manifestamos en un mismo lugar físico, cada individuo posee una distinta percepción de la realidad. Agregando además que cada uno de nosotros ha sido impactado por experiencias emocionales vividas que influyen en nuestra imaginación y pensamientos; esto, por consecuencia, condiciona nuestras conductas cotidianas. Los depresivos consideran que “todo está mal”. Los optimistas aprecian una vida alegre y positiva, perciben una fuerza inteligente que impele siempre a toda la creación a concebir mayores dimensiones de conocimiento, realización y dicha. Los días para los optimistas son más fáciles. En primer lugar, por que afrontan las experiencias diarias con un alto índice de fe y esperanza, su visión alegre de la cotidianidad genera gran cantidad de autodefensas  físicas y mentales que les generan buenas condiciones para  avanzar confiadamente hacia sus metas. La alegría es un aliado insoslayable en el largo sendero de la existencia.   También existe el lado cómico o inusual del concepto, “cada cual con su película”. Existen los que asocian su vida con la de grandes hechos históricos o renombrados protagonistas del “heroico celuloide Hollywoodense”.

 Así, las mesas de café están llenas de “gladiadores romanos”, “armas mortales”, de generales en plena batalla y apenas ataviados con unos cortaplumas desafilados; galanes con pocos dientes, atletas por demás obesos o sabios analfabetos. Cada cual posee el derecho de soñar, imaginar o identificarse con lo que más le plazca, y está bien que así sea. Nuestra propia imaginación oficia como un leal aliado o como un despiadado sádico enemigo. Recordamos aquel conocido nuestro que se veía a sí mismo como un hombre de rostro agradable y armónico, en tanto los demás lo apreciábamos irrespetuosamente narigón, a tal punto que las crónicas históricas oficiaban a nuestro favor. “Su acta de nacimiento acreditaba que su nariz, en el momento del nacimiento, vio la luz del planeta a las 2 de la mañana, mientras que nuestro “amigo” recién nació a las 4 de la madrugada…”  Estrategas de grandes contiendas bélicas que “olvidan” abonar en término sus más elementales servicios hogareños, o que se quedan dormidos en las mañanas llegando tarde a sus obligaciones cotidianas ¡Cada cual con su película! Nos permite abarcar otra dimensión de nuestra existencia. Pero no podemos dejar de recordar que debemos rendir culto al sentido común para no caer en el pozo sin fin del ridículo crónico, o del mitómano que se divorcia de los episodios concretos y cree vivir una realidad paralela sin saber al fin del día que realizó en verdad y que imaginó, que hizo y jamás concretó. Esto es peligroso ya que nos acerca a un estado de locura indeseable. Los protagonistas de “Gran Hermano” no son próceres. Para ser artistas no necesariamente se debe aparecer en televisión o poseer reconocimiento público. El poeta más audaz es el que escribe versos de dulzura con su conducta cotidiana en el libro de los días compartidos.  

Cada cual es, sin lugar a dudas, el protagonista de su propia película, y este hecho en sí encierra una proyección mágica. Deseos, proyecciones, anhelos, construyen nuestro futuro con nuestros pensamientos. Ojalá la película de la cual nos sentimos protagonistas sea una película constructiva, solidaria, sin discriminación ni violencia. Una película de esas que acarician el alma. Un film cargado  de belleza y solidaridad, episodios donde no se avasalle a nuestros semejantes. De hecho, somos protagonistas de un extenso largometraje de libertad insondable, donde el GRAN DIRECTOR nos reservó desde siempre un rol protagónico…

Máximo Luppino

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

Archivos de las Columnas de Maximo Luppino Copyright © 2011 - |- Template created by O Pregador - |- Powered by Blogger Templates