miércoles, 26 de septiembre de 2012

0 POLITICA ENCARCELADA


La política parece recluida, las ideas están ausentes, las viejas recetas del conformismo resurgen cual cadavéricos espectros del pasado. Un paisaje nocturno sin luna pretende desalentar a los incansables trabajadores. Le negamos imaginación y creatividad a la acción política, despojándola del entusiasmo necesario para cultivarla con digno honor. Los caprichos cantan alabanzas de obsesión, los humildes sufren, mientras los obcecados juegan a lastimar a sus adversarios. Cuando impera el ciego orgullo y la vanidad despliega su macabra pompa seguro el dolor se avecina. No debemos resignar nuestro vigor, no debemos encarcelar nuestra propia imaginación, por más balas de rencor que nos disparen. Los nobles ideales están herméticamente blindados contra la rastrera envidia de los mediocres.
Un gesto aquí, una mano tendida allí, siempre una solidaria sonrisa y el pesado carro vuelve a marchar hacia delante “¡Prohibido detenerse!” por más palos en la rueda que surjan. Siempre en un cálido ranchito encontraremos una lucecita de esperanza junto a la mesa tendida. La política se debe nutrir de las míticas epopeyas libertadoras. Nuestros próceres, cuánto sacrificio brindaron en pos del nacimiento de nuestra nación. Cuánta sangre criolla quedó generosamente derramada en el campo de batalla. Cuántas tumbas solitarias son azotadas por el gélido viento austral, allí en nuestras inolvidables Malvinas… La voz del mejor consejero surge desde el profundo silencio de nuestro ilimitado ser interior.
No resignemos nuestra luminosa bandera de justicia y fraternidad por un par de escollos intrascendentes en nuestro camino. Mayor el sacrificio, mayor la recompensa. Por más que la perfecta acción de bondad renuncia a toda gratificación del destino, sólo se deleita con la exquisitez del deber cumplido. Actuando de este modo los días no serán un conjunto de horas tortuosas; más bien los amaneceres serán plácidos momentos de regocijo. Liberemos a la política de la cárcel “del no se puede”. Invitemos a la política que reine gloriosa en las inconmensurables llanuras del poder real.




Máximo S. Luppino

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