miércoles, 26 de septiembre de 2012

0 ENJUICIAR A LOS SUFRAGANTES


Los juicios de valores sobre los pensamientos y criterios de nuestros conciudadanos es un ejercicio contrario al libre albedrío que todos los hombres debemos gozar. Las convicciones profundas nada tienen que ver con la ceguera del fanatismo o con la brutalidad del totalitarismo. Recordemos que la violencia primogénita se produce cuando descalificamos a los demás por sus creencias, religión, raza, pertenencia política o cualquier otra condición propia de los seres humanos libres.

 El desconsiderar una decisión de nuestros semejantes es, en alguna medida, descalificar sus propias experiencias y vivencias, en concreto, es desautorizarlos a ellos mismos.   Por supuesto que bien sabemos que existen “fuerzas” intolerantes y macartistas disimuladas de democráticas, siempre existieron “lobos disfrazados de ovejas”. Ya hemos escrito sobre cierta “prensa libre” que está muy lejos de serlo. El imperio de la confusión es el terreno fértil donde el mal siembra su ponzoña. Por esto es importante no caer en la confusión. No pretender darle “un garrotazo al cavernícola”, ni “comerse al caníbal”. La respuesta a cualquier exabrupto debe ser la tolerancia y la comprensión. A propósito, recordamos a un gran maestro de la tolerancia, el Mahatma Gandhi, que liberó a la India de la opresión del imperio Británico por medios no violentos. Él decía:    “¡Puesto que yo soy imperfecto y necesito la tolerancia y la bondad de los demás, también he de tolerar los defectos del mundo hasta que pueda encontrar el secreto que me permita ponerles remedio!”…  El ideal cívico de Gandhi triunfó y los ingleses debieron marcharse de la India, fueron derrotados por un hombre que vestía taparrabos, pobre por opción, humilde por convicción, portador de un alma llena de bondad.
Del Mahatma recordamos también otro pensamiento que bien viene al caso:” ¡La violencia es el miedo a los ideales de los demás!”…

La batalla por la tolerancia no es grandilocuente ni está acompañada por una bulliciosa fanfarria de adulones, es una lucha que se libra en el silencio majestuoso de nuestro propio mundo espiritual. En nuestras propias coordenadas territoriales hemos visto en muchas ocasiones al intendente Joaquín De La Torre aplicar una importante dosis de tolerancia y comprensión, esto habla bien de Joaquín quien ante ataques demenciales de ciertos intolerantes resentidos sociales supo ofrecer “la otra mejilla”.
No magnifiquemos los errores, más bien cualifiquemos las virtudes. Si observamos los aspectos loables y buenos de los demás en verdad estamos apostando a la virtud social, al crecimiento de nuestra propia Nación. Un adecuado ejercicio para ser amplios de criterios y genuinamente ecuánimes es el de imponernos descubrir aspectos correctos y destacables en aquellas personas con las cuales padecemos diferencias o conflictos. Adoremos el bien donde lo encontremos sin prejuicio alguno.

Nadie piense que somos distraídos, y sabemos que las rosas están rodeadas de espinas ¿Pero qué recuerdo guardamos en nuestro corazón: el dolor de la espina o el dulce aroma de la rosa? En la diferencia está la opción de ser desagradecidos pesimistas o  alegres caminantes llenos de dicha. Perdón si a alguien incomodamos con nuestras líneas. Mañana intentaremos escribir mejor y ser más amables y respetuosos.

                  Máximo Luppino

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

Archivos de las Columnas de Maximo Luppino Copyright © 2011 - |- Template created by O Pregador - |- Powered by Blogger Templates