miércoles, 26 de septiembre de 2012

0 “¡EL QUE BIEN CANTA, MALES ESPANTA!”


Deseamos portar armas de esperanzas que disparen balas de luz para disipar para siempre las tinieblas de la duda. Podríamos afirmar que el canto dichoso es un sublime murmullo del alma y, cuando canta el alma, los pesares se disipan. Recordamos el silbido melodioso del labriego como una tonada dulce tomada de los pájaros libres. Escuchamos cantar a los eucaliptos y aromos cuando el viento acaricia con ternura sus verdes ramas vivas. El albañil canta recordando su entrañable litoral, o su guaraní querencia de indomable valentía. Soñamos con los paisanos al galope por la llanura interminable de una patria latinoamericana sin fronteras.
 Sentimos el canto de las cuentas del rosario en arrugadas manos que parecían esbozar deseos de días felices llenos de hijos y nietos. También el río canta en su viaje constante hacia el océano profundo que todas las aguas contienen. Se canta en alta voz, aunque están los que cantan en silencio con versos de milenarias oraciones. El canto alinea las moléculas en un orden armónico y venturoso, así se alejan los grises nubarrones y se atrae una fresca lluvia de sanadoras sonrisas. Siempre recordamos al gran poeta indio, Tagore  (que bautizara "mahatma", es decir, alma grande a Gandhi), él decía que:” ¡cuando el hombre trabaja Dios lo respeta, mas cuando el hombre canta Dios lo ama!”…
El canto le pone cuerdas de vida a los corazones huérfanos de FE, el canto es una proclama invencible contra el dolor y la muerte. El canto une a los hombres brindando dicha incontable, propaga la alegría, vence al tiempo y pisotea a la hiena de la depresión siempre al acecho, escondida tras los matorrales del dinero.
Canta la madre tierra para que la semilla nazca y las flores color tengan, canta la tierra para darle verde candor a la pampa toda y murmurarnos que toda la vida es una sola. El alfarero canta con sus manos moldeando la arcilla húmeda. El pintor canta trazando color vivo sobre el lienzo siempre blanco de la existencia misma. Los poetas cantan con sus verbos llenos de lágrimas sobre los cielos infinitos que siempre adoran. El fuego canta en la forja y el horno, en el hogar y la fogata de los jóvenes acampando en fría noche. Cantan los amigos cuando conversan.
 Cantan los niños cuando ríen, y esa risa es un bálsamo certero para toda la humanidad doliente. Enseñan a cantar los que confían en los demás, los que ven a DIOS en todas las cosas. Cantan los pies de los caminantes buscando el sendero más directo y llano. Cantan los que ven paisajes perfectos aunque sus ojos estén cerrados. Cantan las canciones más perfectas los que se conmueven por el dolor de sus hermanos. Canta toda nuestra gente.
 Dios nos permita cantar como todos aquellos que poco tienen y mucho dan. Que si todo canta, nosotros también hemos de cantar y gozar. Sabemos que los ángeles nos cantan canciones de luz para que nuestros sueños podamos encontrar. DIOS cantó mientras a la humanidad creó…
                                                                         
 Máximo Luppino

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