miércoles, 26 de septiembre de 2012

0 LUMINOSIDAD EN EL PENSAMIENTO


¿Vemos lo que miramos? ¿O percibimos en el exterior lo que nuestra propia mente refleja? Existen quienes permanecen tristes y depresivos incluso ante el más bello paisaje de una aurora resplandeciente. Un pesar profundo y gris atormenta el ánimo de los hombres en algunas etapas del sendero: es el fango de los desencuentros, los pantanos fantasmagóricos de la ignorancia cruel. No obstante, la humanidad está llamada a residir en las tierras altas de los frescos ideales compartidos. Cada error nuestro encierra mil aciertos. Por cada espina, diez rosas blancas. Si cultivamos nuestra interioridad gestando pensamientos positivos ponemos en marcha un poderosísimo mecanismo de dicha y libertad que envolverá nuestras horas. Las ideas de compasión hacia toda criatura son garantía de felicidad cierta. Los pensamientos son las causas de los efectos futuros, por esto nos refugiamos y sostenemos en todas las ideas que nos inspiran para no equivocar la dirección de nuestro destino.

Si nos hallamos libres de odio, resentimiento y miedo estamos en los umbrales de encontrarnos con nuestra auténtica identidad interior. Siempre descubrimos en nuestro Facundo Cabral un auténtico aljibe en el que beber el agua fresca de la verdad. Aquí compartimos algunos de los sentimientos sublimes de este gran artista, con todas la letras, de la poesía sublime que el manejaba con la alegría propia de un niño sabio. Dice Facundo:
“¡Nacemos para vivir, por eso el capital más importante que tenemos es el tiempo. Es tan corto nuestro paso por este planeta que es una pésima idea no gozar cada paso y cada instante con el favor de una mente que no tiene límites y un corazón que puede amar mucho más de lo que suponemos!”
Meditar para no perder la perspectiva de nuestra conducta y así poder discernir entre lo periférico y lo central, entre la ilusión y la realidad. Cosechar buenos pensamientos cargados de sentimientos nobles y amorosos  trasmuta nuestros errores en virtud floreciente. Todo a nuestro rededor nos impele a escalar intrépidamente las montañas de la plenitud espiritual.
Continúa  Facundo cantando:
“Quizá el mayor desafío del ser humano en los albores del tercer milenio sea constatar que no estamos solos, que compartimos el universo. Nos encontramos en la más preciosa aventura jamás vivida: la suerte inmensa de reunirnos, festejar, reír y materializar, desde nuestra individualidad, un universo de colaboración entre sus seres; quienes, gobernados desde nuestro universo interior, vivimos el sueño de ser amor universal.”

El residir en este pequeño y bello rincón del cosmos no nos impide soñar con las estrellas magníficas llenas de luz y eternidad. Cultivar con amor y esmero nuestras ideas nos permitirá abrazar la infinitud misma de la herencia divina que nuestro padre nos ofrece día a día.

Máximo Luppino

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