0 ¿QUIÉN LO DETERMINÓ?

Un día, en el seno de una familia humilde, un joven casi niño sintió que si se compraba una zapatilla de determinada marca publicitada iba a ser mejor visto por una sociedad que él percibe que lo observa y lo juzga. Una adecuada vestimenta, algunos pirsin en el rostro, escuchar hasta ensordecer algunos sonidos que con suma generosidad podemos calificar como música. En otra latitud del barrio no muy lejana, una adolecente no se alimenta adecuadamente por miedo atroz a verse gorda. Alguien determinó por ella que una extrema delgadez le permite ser “bien vista”. Luego, ambos sin conocerse aún, concurren a los mismos “boliches de onda”. ¿Quién determinó por ellos lo que tenían que vestir, dónde ir o qué acordes disonantes escuchar? Sus padres están abocados a “parar la olla”, trabajan para que sus hijos tengan un futuro más feliz al de ellos mismos. Padres que desean evitar pesares a sus retoños, sin advertir que descuidan sugerirles un camino a seguir. Sin recordarles a sus hijos las historias de sus abuelos, de sus antepasados. Sin avivarles el fuego de su digna estirpe de raza libre e indómita. Llegó el momento en que nuestros jóvenes se encuentran y se miran sin verse ya que están frente a frente dos almas buenas, pero ataviadas como marionetas producidas por un dictatorial capricho con nombre de moda. El corazón es más fuerte, y la realidad mucho más hermosa que una ilusión social cargada de mentiras. El barrio fue también una escuela para ellos y sus vecinos oficiaron como cálidos maestros sin saberlo. Es cuestión de tiempo para que nuestros jóvenes se reconcilien con los designios de la tierra que los vio nacer. Los abuelos sonríen, mate de por medio, viendo a la joven pareja pasearse de la mano con sueños más reales, deseos más alineados con el espíritu de nuestra generosa nación.