miércoles, 26 de septiembre de 2012

0 PRAGMATISMO FEROZ


Los hombres debemos ponderar el sentido común; tenemos que ser conscientes de en qué lugar de la cancha estamos parados para  no confundir el lado para el cual debemos patear. Ser realistas no significa en modo alguno entregarnos bochornosamente a un pragmatismo feroz. La hora de las urnas está próxima en nuestra Nación, y los intereses eleccionarios atentan contra los ideales y la decencia. Así es que mentes “lucidas”, hombres sanos en su aparente entero juicio, terminan sepultando valores éticos en el territorio de mercenarios que tienen por  máxima virtud  el dudoso “arte del engaño”. Estos discípulos del mordaz Maquiavelo, movilizan a compañeros como a un pobre ganado rumbo al matadero. ¡Sí, al matadero! ¿Acaso la falta de convicción no nos conduce al cementerio de nuestros sueños y dignidad?  ¿Cuántos hombres moviliza Beethoven con su Quinta Sinfonía? ¿Qué perfumadas flores de pura dulzura emanan aún del sagaz violín de Paganini?...   
Nuestro interrogante es: ¿Cómo medir el nivel de influencia de los hombres en su comunidad? Seguro que “los que llenan colectivos” jamás trascenderán por las encendidas luces de su sensibilidad e intelecto. Tal vez la política se asemeje cada vez más a un mercado persa donde todo se vende, todo se trueca…
Nosotros preferimos aproximarnos un poco más a la verdad, tener un compromiso con la educación, una apuesta al hombre íntegro que es libre de ir y venir a su antojo. Por supuesto, los líderes deben liderar, pero para trepar al rango de estadistas y pensadores debemos ir más, mucho más allá del “chori y el tetra”. Tenemos que constituirnos en genuinos militantes sociales al servicio constructivo de nuestra comunidad.  El general Perón, tres veces presidente de los argentinos, sufrió un exilio de 17 años. La nación no lo olvidó en ese trágico destierro forzado. Perón no confió en la humillante lastimosa caridad, sí creyó en la igualdad y la solidaridad. El general sembró una doctrina de amor al pueblo y a la patria. No les daba demasiada importancia a los “traficantes de voluntarismos baratos”. Que el humo asalariado de las parrillas improvisadas y profanas no nos nuble el paisaje perfecto del ideal político. Vale más un instante ganado a la desidia que tranzar con quienes llenan 100 colectivos  de compañeros forzados a trasladarse por un pedazo de pan que mucho necesitan. Esto es un bosquejo moderno y atenuado del malévolo tráfico de esclavos de no hace mucho tiempo atrás.
Los convencidos, convencen. Los inspirados, inspiran…Los carroñeros, corrompen y saquean a la sociedad.  Eva y Juan Perón nos hablaron de una Argentina grande, de una integración continental. El Peronismo fundacional miraba los cielos indómitos de la libertad de los pueblos, una mirada más profunda y perfecta que la de los meros “llena- colectivos”…
                                                                                    Máximo Luppino

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