miércoles, 26 de septiembre de 2012

0 Entre Depredadores y Afeminados


En un casi demencial torrente de canibalismo y superficialidad surgió un anacrónico grupo de “jóvenes-viejos”. Su limitación es tal que creen que pueden ponerles precio a los hombres, subastar voluntades y maquillar los sentimientos. Un volcán de egoísmo entró en erupción despidiendo una densa e incandescente lava de indiferencia social. Los jóvenes-viejos esgrimen sus pocos años de vida como si se tratara de una virtud capital. Si la juventud fuera una virtud en sí misma seria de aquellas que se corroen y pierden con el inevitable paso del tiempo. Las cualidades del alma trascienden ampliamente el triste y limitado hemisferio del almanaque humano. El mundo de las formas y la estética debe reflejar los valores espirituales del verdadero SER. Un desequilibrio reinante nos induce a endiosar sólo las apariencias y la transitoria vestimenta corpórea, olvidando la chispa divina que mantiene en movimiento nuestra tosca osamenta. Los baches culturales no se pueden suplir con un costoso reloj, ni con una sedosa cabellera prolijamente teñida. La ausencia de sutileza no se puede esconder tras un ataviado traje mundano. Apreciemos cómo nuestros felices niños juegan alegres entre ellos sin distingos de credo o estatus social, sólo valoran la dulce alegría de jugar bajo el padre sol. Hombres depilados sumergidos en camas solares pretenden suplir la noble estirpe guerrera de los valientes espartanos. Algunos jóvenes aturdidos pretenden disputar espacios políticos sin más armas que una espuria y frondosa billetera. Mientras otros lúcidos jóvenes se preparan gustosos para el armónico y lógico trasvasamiento generacional. El espejo de las vanidades refleja a menudo un monigote haciendo el ridículo en vez de un sobrio enérgico pensador. Los metro-sexuales, verdaderos exponentes del capitalismo más cruel, pretenden suplir a los grandes artistas populares, a los estudiantes, a los dignos obreros y hasta se atreven a presentarse indignos y huecos delante de las mentes más esclarecidas de nuestra época. ¡”Dale que va, allá en el horno nos vamos a encontrar”! ...


Máximo S. Luppino

Publicado en el DIARIO LA Hoja

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