Sin duda olas de cambio azotan las playas mentales de una sociedad que busca frenéticamente cuál es el verbo que debe conjugar. Democracia con partidos políticos débiles y sumamente fragmentados.
Socialistas, radicales y peronistas son partes de un rompecabezas nacional que cuesta armar.
Un peronismo, obligado a callar su doctrina y su historia de gloria, camina desconcertado y pusilánime por un sendero que no le es propio.
Un 17 de octubre sin lealtad, con poco pueblo en sus venas. ¡Demasiadas cáscaras vacías! ¡Demasiados temores, inconcebibles dudas! 
Personajes clamando justicia y transparencia ostentando títulos truchos, engañándose y denotando poca fe en ellos mismo, refugiados en casas de cartón esperaron inocentemente campear el temporal despiadado de las confrontaciones políticas.
El tomate, las papas y el inefable zapallo calabaza ganaron la escena, colocados en el medio del ring, desplazaron desafiantes la atención social de las Naciones Unidas y la mismísima bolsa de valores; ¡las verduras también existen! El señor verdulero, quedo demostrado, no es un ápice menos importante que un corredor de acciones, ¡justicia divina!...
Respiramos profundo, calmamos las fluctuaciones mentales, y tratamos de ver más allá de las circunstancias; sabiendo que el GRAN HACEDOR, con su ingenio infinito, nos tiene guardados incontables días de gloria; despejemos el camino para que la invencible certeza cobre forma.
Aquel 17 de octubre para surgir, no le pidió permiso a nadie y menos a los poderosos, los muchachos no consultaron a encuestadores ni acicalaron su presentación en sociedad. Simplemente surgieron, rugiendo, cantando esperanzas para la patria. Simplemente metieron las patas en la fuente y pidieron por PERÓN, ¡así nacimos! ¡A no olvidarlo compañero! ¡A no olvidarlo!
Máximo S. Luppino
 
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