martes, 25 de septiembre de 2012

0 APEGO POR LAS CAVERNAS


Están los que siempre viven propensos a darle las espaldas al semejante que pasa por un momento difícil y necesita ayuda.  Existen quienes desean ingresar a la facultad habiendo reprobado el jardín de infantes, esos sordos que no escuchan los sonidos gloriosos del alma, los indiferentes al dolor del vecino y los que no desean contemplar el perfecto arco iris de la inspiración…
El “apego a las cavernas” es optar por un estilo de vida primitivo y retrógrado, creyendo equivocadamente que los seres estamos separados entre sí y con la existencia infinita.  Son los que se burlan de los pacíficos, los que entienden a la vida como una competencia cruel. La humedad sombría de las prehistóricas cuevas egoístas los oprime y desconocen el calor del sol, poco saben de la estimuladora brisa marina. Optaron por no escalar las cumbres del conocimiento, sintiendo profundo vértigo apenas se colocan en puntas de pie, engañados que treparon el glorioso Everest… Son los que siempre quieren ser “amigos” de los “poderosos” y menosprecian a los ángeles compañeros de los humildes.
Pero por más vértigo que erijamos en nuestro alrededor, el momento de la reflexión llega y en el silencio elocuente, preámbulo obligado del “gran conocimiento” la realidad aflora. 
Maniobras establecidas para engañar y abusar de la buena fe de la gente no es alta estrategia, es burda torpeza espiritual, cobardía disimulada y enfundada en perfumados y costosos trajes de hipocresía.
La necesidad tarde o temprano nos visitará, no podemos escapar del sufrimiento a no ser que nos amparemos en el manto todopoderoso de la sabiduría, el dolor se afronta y trasciende con recia e inquebrantable fuerza de voluntad… Entonces como decía ALMAFUERTE: “Al echarte a la caja de los muertos menosprecia el llanto de los vivos”. Salgamos del limitado refugio de la personalidad para gozar la infinitud del océano.

Máximo S. Luppino

Publicado en el DIARIO LA Hoja

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