Cuando la confusión pretende sustituir a la claridad conceptual, estableciendo engaños publicitarios que buscan eclipsar el límpido mundo de las ideas, debemos ordenar nuestra atención discriminando lo real de las farsas propagandísticas ¿Cómo calificaríamos a los hombres que haciendo política se definen a sí mismos como no políticos? Esto sería como ir a una sala de operaciones con alguien que dice "no ser médico"… Oh dejar nuestro automóvil a reparar en manos de un individuo que nos cuenta que no es mecánico… Los hombres que pretenden ocuparse de "la cosa pública" y manifiestan despreocupadamente no ser políticos están incurriendo en una seria contradicción o están mintiendo descaradamente. Los hombres y mujeres que se dedican a ejercer la acción política ¡son políticos! ¿Qué otra cosa podrían ser? La publicidad moderna despliega un andamiaje exuberante de falsos artilugios para mostrar "un desierto como tierra fértil"; hacer ver a un torpe papanatas cómo inteligente, a un farsante como capacitado ciudadano. Si pretendemos mejorar nuestra sociedad debemos comenzar por hacer diagnósticos acertados sobre nuestra realidad, y uno de los requisitos indispensables es la de llamar a las cosas por su adecuado nombre.
El individuo que se aproxima al noble universo político cacareando cobardemente: ¨ ¡no soy político, no soy político!" está incurriendo en un gravísimo despropósito, desvinculándose de un posible concepto social irreal, tal hombre desea mostrar sólo virtudes escondiendo el posible reverso de las circunstancias. Cuando existe vocación adecuada, cuando un ser está orgulloso de sí mismo, poco le importa los artificiales rótulos sociales que los periodistas de cartón procuran imponer. Cuando Barack Obama sale caminando de la casa Blanca para comprar hamburguesas, estos seudo periodistas afirman que el presidente de Estados Unidos de Norte América es un hombre humilde y popular. Un gesto análogo realizado por un presidente Argentino o latinoamericano es despiadadamente calificado como una acción demagógica y populista…
Máximo S. Luppino
 
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