La búsqueda de la equidad nos conduce a procurar vivir en estado de armonía y equilibrio. Superar los vaivenes de circunstanciales episodios para anclarnos en juicios y criterios sólidos y trascendentes. Esto no implica negar la variación de opiniones conforme vivimos y experimentamos una aproximación a la verdad de forma contundente. Los “dueños de la razón” en ocasiones procedieron más injustamente que los corrientes pecadores. Es que el vivir implica marchar y escalar sobre nuestros yerros. Saber que muchos amantes de las bellas flores mutilan atrozmente el jardín para ver morir a sutiles pimpollos en un despiadado y mudo florero… Flores y pájaros, pensamientos y pareceres, libres por siempre han de ser. Que los santurrones y mantenidos por otros no flagelen el puro éter con palabras profanas que intentan herir al que laboriosamente trazó nuevos senderos en desoladas playas. Recordemos que el hombre más equivocado que existe es también nuestro inseparable hermano. Los momentos presentes me guiaron a amigarme con personas que ayer, irresponsablemente, descalifiqué. Hoy me regocijo llamando Amigo a aquellos que ayer combatí. No deseo ver flores cortadas, ni pájaros enjaulados, menos aún observar al hombre engañar y lastimar al hombre.
Una cálida sonrisa de comprensión produce más transformaciones positivas que un discurso moralista que en ocasiones encierra sólo envidia y arrogancia. Nadie posee el derecho de pretender querer avergonzar a un semejante por su historia, por sus amistades, por sus acciones pasadas o por futuros emprendimientos. La no violencia es, fundamentalmente, no juzgar a los demás, claro está que esto es muy difícil de aplicar. DIOS nos regaló un manantial de autoestima, y los “incorregibles” a veces parecemos buenas personas. En una de esas, al menos, no somos tan malos. Somos los que intentamos no dejar de a pie a ninguno, los que sólo estamos felices de a momentos, pero DIOS mío, ¡cuánto valor en amistad tienen nuestros momentos!...
Máximo S. Luppino
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