miércoles, 26 de septiembre de 2012

0 EL ARTE DE SOPLAR CRISTALES


Un aliento creador surca lleno de energía el largo tubo que descansa dentro del vidrio fundido. Una burbuja de aire moldeará el rústico vidrio o el refinado cristal. Soplo creador que dará una forma determinada a jarras, copas, botellas, floreros y a un sin fin de adornos que son emblemas testimoniales de  episodios pasados que no desean ser olvidados. Pero, como  sabemos, no es simplemente “soplar y hacer botellas”. Inyectar una pompa de aire que establecerá una nueva forma requiere de una técnica adecuada y sobre todo  de una fina sensibilidad artística del inefable soplador. El artesano del aliento emana una exhalación exacta como recordando que ambición y capacidad deben ir de la mano, danzando en un equilibrio universal presente en toda la creación. Cuando los hombres desplegamos más ambición que idoneidad para ocupar un rol, inevitablemente generamos inconvenientes para nosotros mismos y a nuestro rededor. Por esto, el creador de formas de cristal, en primer lugar, concibe su acción. Piensa en lo que desea crear, concentra su atención en su idea y entonces, rápidamente la fuerza de voluntad se agolpa en sus poderosos músculos respiratorios. Concuerdan en el espacio sublime: amor por el trabajo y deseo de reflejar la belleza que siente. Entonces, el impulso del espíritu regala ese maravilloso hálito de existencia que dará vida a una nueva forma de belleza. Como cada elemento en nuestro contorno, todo comenzó con un pensamiento. Los pensamientos son las herramientas ineludibles para que podamos ser conscientemente “artífices de nuestro propio destino”. A propósito recordamos una hermosa sentencia esbozada por un gran maestro que nos estimula a cultivar pensamientos positivos de ayuda y solidaridad, nos dice: “¡Siembras una acción y cosechas un hábito. Siembra un hábito y cosecharás un carácter. Siembra un carácter y cosecharas un destino. Por eso, el destino es tu propia creación!” Cuidemos con devota atención los pensamientos que cultivemos en nuestra mente ya que de ellos dependerán  nuestros días venideros. Espanto y dicha son caras de la misma moneda del destino, moneda que acuñamos con nuestra intencionalidad, con nuestras ideas. Pensemos muy bien y actuaremos correctamente. Pensemos en positivo, pensemos con alegría y entonces siempre encontraremos la entrada al templo de la realización interior.   
Este cristal que está frente a nosotros nos habla de su creedor, de su padre, de ese soplo mágico y poderoso que nos permite hoy sonreír con gratitud al gran alfarero cósmico por toda su bondad.
Nosotros que no poseemos el arte de “soplar cristales”, sí soplamos emociones e ideas, ánimo y esperanzas. Al igual que el gran artista, nosotros también reflejemos un poco de todo lo que nos regalaron. Brindemos armonía por doquier, entonces tal vez nuestra compañía y solidaridad sean pequeños cristales de dicha que compartiremos con nuestros hermanos.   
El arte de soplar cristales, el arte de vivir en paz, una disciplina en la cual está embarcada toda la humanidad. Somos padres de tantos infortunios como de tantas alegrías acordes a lo que podamos concebir. Pensar bien es el cincel con el cual puliremos la infinita roca de nuestro porvenir.
                                                                 Máximo Luppino

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