0 ¡SIEMPRE CREEMOS!

El llanto de las hienas estremece la selva. Más que un aullido parece un añejo doloroso lamento. Hienas desterradas de la sociedad legendaria de los lobos. Lejanas y olvidadas de la solemne y valiente altivez del poderoso león. Ajenas a la lealtad ancestral de los elefantes, quienes recorren con dignidad las sabias rutas milenarias de sus mayores. Creemos en la redención de las hienas, mal que les pese a los incrédulos.
El creer en el bien es creer en nosotros mismos, reconocer nuestra genuina identidad. Hemos podido sentir a las luminosas hadas entremezclarse graciosamente con el color y perfume de las hermosas rosas. Creemos en ese instante mágico que nos rescata siempre a tiempo del egoísmo y la locura. Creemos en esos tres reyes magos que visitaron a Jesús en el sagrado pesebre como homenaje de gratitud para el niño DIOS liberador de los pecados de la humanidad. ¿Acaso no nos sentimos bien creyendo en los divinos ángeles guardianes? Ese “Sentirnos bien” es la primera muestra de la veracidad de su existencia. El León cree es su fuerza. Los lobos creen en su comunidad y en su organización. Los elefantes creen en su derrotero y peregrinar en busca de la ternura perdida. Las hienas, ¿en qué creen?, ¿en el asalto furtivo? ¿En el ataque oportunista y traidor?...
Lobos, Leones, elefantes, y hasta los inquietos primates fueron elegidos como símbolos de diversos pueblos de numerosas culturas. ¿Qué pueblo desea tener como símbolo a la hiena?
Creer es construir un mundo mejor para todos. El escepticismo es negarnos a nosotros mismos; es cultivar dolor en los días venideros. Siempre creer, es saber que DIOS está en nuestro corazón aguardando que le prestemos atención. Nosotros creemos en vos… Vos cree en vos mismo. O cree en el viento que sopla en tu rostro. O en la inteligencia que te sostiene en pie y que jamás se olvida de hacer que respires. O cree en las lejanas majestuosas estrellas del amor.