miércoles, 26 de septiembre de 2012

0 LA VIEJA GUARDIA


Aquellos como nosotros, y nosotros como aquellos, sentimos el tiempo transcurrir con la misma nostalgia con la que vemos la lluvia caer. Adivinamos el pensar de nuestros amigos que se encuentran tras los velos dorados de los mejores recuerdos. Llanto y risa actúan como ingredientes de alto sabor emocional que se entremezclan con la dulce argamasa de los días vividos.
Los parámetros educativos nos brindan un sendero a recorrer. Son buenos fundamentos de inicio, pero el transcurrir de nuestras experiencias interiores nos fuerza a superarlos, buscando mayores alturas espirituales.
Aquella “vieja Guardia”se gestó con rígidos códigos de barrio en cuanto a la lealtad y a la actitud incondicional de fidelidad para con la amistad, con nuestras pasiones futbolísticas y nuestra imperturbable identidad justicialista. En aquel barrio que fue templo y escuela, lugar de entrenamiento comunal, campo de deportes a la vez, fue donde sorprendentemente emergió el primer televisor con sus casi confusas figuras en blanco y negro. Un puñado de chicos se agolpaba en la ventana del vecino “pudiente” para soñar quimeras viendo al “Llanero solitario”. Luego, todos nos convertimos en osados esgrimistas de rústicas ramas de sauces emulando la serie del Zorro. Una sucesión de ardientes golpes nos hacía reconsiderar los pros y contras de tan rústico deporte barrial.
Barriletes, improvisabas boleadoras y las bolitas junto a las figuritas contenían tremendas contiendas llenas de vertiginosa pasiones. Un solo teléfono se encontraba luego de caminar largas cuadras.
El barrio estalló de dicha cuando El General volvió a nuestra patria, un océano de esperanzas resurgió apenas Perón pisó nuestro sagrado suelo. La mística encontró su forma de galvanizarse en una concreta realidad. Por un instante vimos los rostros de nuestros mayores volver a tener confianza en la política. Es que Juan Domingo Perón reanudaba su romance épico con el pueblo argentino que nunca lo dejó de querer. Todos sabíamos que Evita desde el cielo estaba muy feliz y eso nos ponía a todos muy alegres. Era maravilloso sentir que el ánimo de la Nación se encumbraba en un elevado sitial de poderosa autoestima grupal.
Luego, lloramos todos con las mismas lágrimas de indescriptible dolor cuando el líder partió. Maduramos de golpe. Pensamos en término de doctrina, sentíamos en el marco de lo que el peronismo de nuestros padres nos dejó como legado incuestionable.
La vieja guardia se autoerigió en los custodios de todas esas tradiciones, nos forjamos más peronistas que antes. Oficiamos testimonios de alegres chacareras, de dulces tonadas y empezamos a sentir los tangos de Discépolo desde el mismo arrabal en que nacieron.
La bandera argentina se convirtió en nuestra propia piel sensible, en un pedazo de nuestro corazón ondeando en todos los mástiles de la patria.
A pesar de las heridas abiertas, de los achaques, del dolor por los que partieron y junto con su viaje se llevaron algo de nuestra juventud. A pesar de todo, la vieja guardia está de pie. Junto a sus creencias, a sus límites, a sus obsesiones infundadas, a sus recuerdos, a sus indomables ideales de construir un mundo mejor.
Intentamos ser coherentes con nuestra tabla de valores, todo se sucedió tan rápido, tan vertiginosamente que los segundos parecían latigazos de nueva comprensión.
Hoy tenemos el entusiasmo intacto, es que para la vieja guardia es una religión el no aflojar. Un bendito machismo nos salvó de confundir los sexos, nos obligó a trompearnos cuando fue necesario y a sentir que los mejores psicólogos eran nuestros amigos. Jamás aceptamos a los amigovios y EE.UU. no es para nosotros “el gran país del Norte”,más bien es el imperio que apoyó logística y militarmente a los usurpadores Ingleses para matar a nuestros soldados.
La vieja guardia cree en DIOS. Así perdona y se obliga a ser menos egoísta y mucho más generosos. El almanaque sigue desgranando días como caen las hojas secas en el gentil otoño. Entonces, como los árboles nobles volverán a poblarse de lozanas hojas verdes, así también nosotros continuaremos transitando el viejo y majestuoso camino de la vida…
Máximo Luppino.

0 comentarios:

Publicar un comentario

 

Archivos de las Columnas de Maximo Luppino Copyright © 2011 - |- Template created by O Pregador - |- Powered by Blogger Templates