miércoles, 26 de septiembre de 2012

0 PULSO Y FILO CON EL BISTURÍ


Nos alejamos del bochinche mediático mercantilista y cruel de vender lo que sea a como dé lugar.  Tomamos distancia de los mentirosos crónicos que quieren  utilizar a las personas como si fueran peldaños que pisar para llegar a mezquinas ambiciones propias.
Nos apartamos de las afirmaciones grandilocuentes, revestidas de dramáticos tintes apocalípticos. No estamos propensos a asociarnos con los que siempre critican destructivamente y poco o nada construyen; los que encuentran infinitas disculpas para su errático proceder, mientras pretenden ser verdugos implacables para con quienes despliegan su mejor actuar.

Tiempos difíciles de franca transición mundial son los que nos toca vivir. No sólo por el panorama económico mundial. En este contexto, apreciamos a una Argentina que junto a Latinoamérica posee una economía modesta, pero completamente saneada y real.  Lo contrario sucede en EE. UU. y Europa, donde la tan mentada “burbuja financiera” desequilibró sus finanzas y condujo al mundo bursátil al borde mismo del abismo económico. Hoy, los índices de desocupación del viejo mundo son mayores a los de muchos países del tercer mundo. Para tomar dos ejemplos solamente basta mencionar a Grecia y a España. En tanto, los Estados Unidos de Norte América destrozó su propio catecismo liberal y echó mano al mayor intervencionismo estatal de la historia del planeta subsidiando bancos y a la mismísima General Motors, todo un ícono industrial yanqui. Los pregoneros del libre mercado devinieron en ortodoxos estatistas proteccionistas, todo para salvar al verde dios dólar.

Las nuevas potenciales economías encarnadas en China, India y Brasil prometen alterar el obsoleto orden hasta ahora imperante. Sin contar con una eventual alianza entre Japón, China y Corea del Sur.
Detrás de las agitaciones financieras está el clamor de las grandes masas populares que desean alcanzar nuevos horizontes de oportunidades para su propio desarrollo y el de sus hijos. La transformación de los conceptos de vida no cesa de orientarse hacia la construcción de una comunidad mundial más igualitaria y equilibrada.
Para los venideros desafíos en que los recursos básicos naturales deben cuidarse de manera drástica, los gobiernos del mundo tienen que prestar atención a lo elemental e insustituible para la supervivencia del hombre en el planeta. Esto es: Oxígeno, agua, alimentos, energías no contaminantes. No sea cosa que abunden en demasía los Smartphone y respiremos tóxico envenenando nuestras células y organismos.  No calmaremos la sed de nuestros hijos mirando un LCD, necesitamos invariablemente agua fresca y cristalina de purísimos manantiales.   
La modernización se confundió con la estupidez, y el ansia de mejoras económicas se convirtió en demencial ambición suicida, llegando a hipotecar la casa de todos, nuestro preciado planeta tierra.
Para estos desafíos, debemos dejar un poco de lado la destemplada hacha de la indiferencia y abandonar la ruidosa motosierra destructiva del personal egoísmo.  Es tiempo de usar las delicadas herramientas del fino discernimiento inteligente. Además, las circunstancias requieren buen pulso y agudo filo con el bisturí.    

Máximo Luppino  

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