miércoles, 26 de septiembre de 2012

0 TULIPANES ENCANTADOS


Con digno, esbelto porte se elevan orgullosos los bellos tulipanes. Una multiplicidad infinita de colores y matices visten sus rostros de singular delicadeza. El sol benigno los nutre y fortalece, mientras que un viento indómito, proveniente de la cordillera, los acaricia con destellos de nieves eternas.

Según La célebre enciclopedia virtual, el  término  tulipán proviene del vocablo turco otomano tülbend que, a su vez, proviene del término persadulband. Ambas palabras significan "turbante" y hacen referencia a la forma que adopta la flor cuando está cerrada. Cuando nos enteramos de su raíz etimológica se nos presentó un mundo de discreto misterio en cada flor, en todos los cultivos y en un emblema que encierra secretos antiguos celosamente guardados. Existió, y tal vez aún exista la orden del tulipán.  O aquel grupo de personas asociadas que se hacían llamar los guardianes del tulipán encantado. Es esta una mezcla caprichosa de historia y leyenda que suele rodear a los objetos atractivos, sumándole un misterio más a la hermosura inherente en sí misma.

En nuestra Argentina inmensa se cultiva esta peculiar flor.  Desde 1997 se cultivan en Trevelin, provincia de Chubut, bulbos de tulipán a partir de la iniciativa de un productor rural que decidió apostar por este tipo de emprendimiento no tradicional en la región. Debido a las condiciones favorables de clima y suelo, los resultados fueron muy alentadores desde el principio. Actualmente, la ciudad exporta tulipanes al mundo y gran parte es destinada a Holanda. El Tulipán es conocida como: “El amor que se revela”, toda una mística definición de una planta que se empeña en ser signo y emblema de una divinidad que regala belleza y verdad por doquier. En una naturaleza que posee como ley indiscutida la interacción e interdependencia de todas sus expresiones, sospechamos que los extensos cultivos de tulipanes de nuestra Patagonia no sólo se alimentan de un suelo proclive y de un clima apropiado, si no que esencialmente se nutren de la bondad y gentileza de los habitantes de Trevelin.  Tallos largos y verdes, flores formadas por mil pétalos aterciopelados de brillo multicolor, cual un arcoíris vegetal nacido de lo más profundo de la tierra, pero inspirado en lo más alto del cielo de DIOS.
Tulipanes de Trevelin,  matizan misterios lejanos del Asia milenaria y la frescura límpida de nuestros criollos parajes. Viejo y lejano, nuevo y cercano.

 Una concentración de lo mejor de dos continentes. En los tulipanes exportados al mundo viaja una porción de nuestras nieves perfectas, y también una fracción de nuestros ideales suramericanos. Tulipanes encantados, flores de insondable revelación angelical. Toda la verdad en una sola flor. Toda la bravura patagónica en colores que nos conducen a dar gracias al padre del cosmos.

Máximo Luppino  

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