Cumpliendo responsablemente nuestras obligaciones avanzamos, armoniosamente,  hacia la conquista de los derechos de toda la comunidad; las obligaciones deben ser auto-impuestas según nos dicta nuestra superior conciencia, la cual nos decreta que el altruismo es un deber ineludible.
En ocasiones nos comportamos  a la manera de  adolescentes maleducados y, presentando un egoísmo primitivo, exigimos airosamente que se cumplan “nuestros derechos”; como si las libertades no se conquistaran a partir del arduo trabajo disciplinado en pos de la sociedad toda.
Cada persona es responsable de sus actos, y como el más grande presidente de los argentinos afirmara: “El hombre es artífice de su propio destino”, reflexión ésta que está en consonancia con la suprema ley de causación (causa y efecto).
Todo aquel que desee una comunidad más justa y realizada debe sembrar pensamientos y acciones concretas de buena voluntad a lo largo del vasto terreno fértil de los días vividos con un sentido sublime.
El derecho primero nos fue regalado generosamente por EL GRAN DADOR, sin condición alguna; el obsequio de la VIDA, con la diamantina conciencia reinante que nos permite  saber, sentir y expandir nuestro SER.
Desechando las actitudes quejumbrosas y lastimeras; aferrados al héroe de nuestros sueños treparemos raudamente la cuesta de las contrariedades y, ya rumbo a la realización, las perspectivas cambian; nuevos y hermosos paisajes asoman ante nuestros ojos recién abiertos.
No temamos a las obligaciones, desarrollando responsabilidades y trabajos de servicio crearemos nuestro hemisferio de libertad y gozo sin fin.
                           
Máximo S. Luppino
Publicado en el DIARIO LA Hoja
 
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