Un torbellino de huecas incredulidades citadinas son lanzadas desde la desolada cápsula del egoísmo individualista. No nos tienta la ciudad con sus mortajas de frío cemento, ni las ataviadas vidrieras con sus suntuosos bienes capitalistas de ocasionales ofertas, objetos de infantiles deseos que nos sujetan el alma a la profana figuración. Las hordas de personas agolpadas en los shopping con sed de adquisición, “luchando” por una “buena compra”, es un panorama demasiado triste para ese ideal de hombre heroico y generoso que desea superar todos los límites, para así poder tutearse de igual a igual con las deslumbrantes estrellas del azul firmamento, abrazando el universo mismo con su sensible corazón eterno.
Preferimos estar apacibles, pensando y esperando bajo las verdes hojas de nuestro árbol amigo, aguardando que el tiempo con su derrotero indetenible nos señales el compás de acción en una dimensión un tanto más sutil que el del gregario tropel que sólo pretende acumular bienes. Nuestro árbol firmemente enraizado se nutre jovial de la madre tierra, mientras sus ramas, llenas de esperanzas, se elevan gloriosas hacia lo alto en busca del sol. Sólo podemos ofrecer compartir silencios bajo la auspiciosa sombra llena de luz del viejo árbol que regala dulzuras. En los años jóvenes sólo buscábamos la frescura vegetal de sus vivaces hojas, hoy se me ocurre que respiramos un mismo aire de libertad y sueños, ahora jamás deseamos apartarnos de ese clima particular e intimista que encontramos recostándonos confiados en su tronco rugoso y paternal. Encontramos un rumbo cierto sabiendo escuchar la melodía del viento, política y poesía, ciencia y religión, arte y geometría resultaron ramas del mismo árbol del conocimiento universal. Todos los árboles están emparentados, todos los animales son eslabones en evolución, y los hombres develamos día a día la inconmensurable profundidad de nuestra espiritual hermandad. ¡Estamos invitados a descansar y meditar, bajo el aura mágica del gran árbol!
Máximo S. Luppino
Publicado en el DIARIO LA Hoja.
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