Política: La ciencia del gobierno de los asuntos públicos, el arte de la acción del servicio comunal, la disciplina que impele a la ayuda de nuestros semejantes; para algunos, temerariamente hablando, ¡el ejercicio del poder!
El estado ideal de la política sería el de la aplicación de medidas públicas a través de un gobierno que desarrolle el bienestar general; pero que además, posea suficiente contenido cultural para que instale a la sociedad toda en los umbrales mismos de la alta filosofía. Así mediante nuestras acciones altruistas y desinteresadas, la contemplación y la introspección necesaria, alcancemos la comunión con nuestro espíritu, con nuestra esencia, o sea con DIOS mismo.
Pero cuando la soberbia, el orgullo, la vanidad y los intereses mezquinos se ubican en el centro de la atención, se conforma un verdadero cóctel explosivo que daña y lastima a todos por igual.
La sed no se apaga bebiendo grandes cantidades de agua de mar, así que el beber no es suficiente, tampoco la cantidad por abundante que sea, sino que debemos saber ¡qué beber!…
Podríamos decir que al final del día vamos a tener que apagar nuestra sed…Y lo que ingeriremos va a ser la consecuencia de nuestras acciones.
¿Qué tomaremos a la hora de nuestro descanso? ¿Será la sustancia agria e incierta de un cóctel explosivo? ¿Beberemos dichosos el agua fresca y cristalina de nuestro manantial interior?
Sólo estamos a resguardo si pensamos correctamente y actuamos en consecuencia. Las aguas del río de la ley, de “causa y efecto”, no se detienen jamás. No hay dónde esconderse, ni cómo trampear a la LEY SUPREMA, todo será como una indefectible consecuencia de nuestro sentir.
Podemos estar tranquilos, la vida toda es un camino alegre hacia los grandes manantiales de dicha sin fin… Donde los hombres buenos y los políticos sanos se sumergirán en el gozo del deber cumplido…
Máximo S. Luppin
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