El demencial fuego de Nerón, que cruelmente se ensañó con la ciudad eterna, parecería no haberse apagado totalmente a lo largo de los extensos siglos de superación de las nuevas civilizaciones; más aún, daría la impresión que muchas de sus fatales chispas se diseminaron por todas las latitudes del planeta. Algunas de las nefastas brazas influencian a distraídos políticos que, son capases de incendiar lo edificado si no están ellos disfrutando "las mieles del poder".
A pesar de la locura asesina de Nerón, el espíritu supremo de Roma continuó siendo un punto de referencia histórica para toda la humanidad. ¿Qué ocultos designios reúnen en una misma nación a un genial Julio Cesar con un demencial Calígula?… ¿Será el juego infinito de luces y sombras que se alternan infatigables en el crisol del tiempo? Ángeles y Demonios, el Quijote y La Celestina, Jesús y Judas…El bien y el mal danzan infatigables por todo el universo, solamente el infinito espíritu divino nos librará de tan ensordecedora dualidad.
Por cuantiosas que sean las espinas no logran opacar la belleza de los rosales; y, a pesar de eventuales lastimaduras, las fragancias inspiradora de las flores reina por siempre en nosotros.
Nuestra vida puede reedificarse a cada instante, si consideramos estar en buen camino, redoblemos la marcha antes que la noche caiga con sus siniestras sombras. Si pensamos que nos equivocamos, no nos detengamos a lamentarlo, decididamente cambiemos el rumbo, DIOS nos dará siempre las fuerzas para cambiar. Los héroes de la humanidad están alentándonos a elegir la grandeza y la gloria antes que el cruel ostracismo de la vanidad. Cada vez que recordamos un episodio histórico y, con nuestro corazón, nos sentimos emocionados por los hechos altruistas y generosos de las grandes almas estamos dando un paso adelante en nuestra evolución. Virgilio entregó desde Roma su Eneida que brillará por sobre Nerón.
Máximo S. Luppino
Publicado en el DIARIO LA Hoja
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