El Movimiento Nacional Justicialista, desde siempre, propone la paz social junto con la integración irrestricta de todas las corrientes humanas más allá de las particularidades circunstanciales de las personas que la componen.
La historia nos muestra que en víspera del cobarde golpe militar de 1955, el entonces presidente Juan Domingo Perón, prefirió el exilio ante la posibilidad de una inminente guerra civil que produciría un daño irreparable en nuestra nación. Perón priorizó la vida sobre la violencia, priorizó la inteligencia sobre la brutalidad, priorizó el bien supremo sobre el mal encarnado por el odio y el rencor…
La patria se lo agradecería de múltiples formas, el pueblo lo esperó 17 años para volver a elegirlo por tercera vez presidente de los argentinos y, más importante aún, lo constituyó en un referente histórico indiscutido del país. Esta conducta de gran estadista Perón la proyectó en los postulados doctrinarios del Movimiento Nacional Justicialista.
Las palabras encierran pensamientos con energía viva, fuerza mental que modela y edifica “circunstancias” por las cuales vamos a tener que transitar. “El hombre es artífice de su propio destino”, queremos decir que: para cambiar y mejorarnos como hombres y como sociedad tenemos que comenzar por aprender a pensar correctamente, luego hablar moderadamente y con exactitud, alejados de las mentiras; entonces la acción concreta nacerá armoniosamente y con vocación de servicio.
Las doctrinas son elevados pensamientos que nos estimulan a vivir en concordancia con un código ético. Para poder desarrollarnos necesitamos paz, paz que nace de la conciencia de saber que somos todos hermanos hijos de DIOS. Paz social que siempre pregonó nuestro movimiento, los seguidores de la violencia no tienen lugar en el Peronismo que es cultor del orden y la justicia.
Máximo S. Luppino
Publicado en el DIARIO LA Hoja
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