Vienen marchando los ladrones de guantes blancos, exhiben su pompa de hipocresía, cantan huecas alabanzas a inversiones millonarias, verdaderos adoradores del “becerro de oro”…Muchas de estas sanguijuelas sociales pregonan ser auténticos embajadores de “la nueva política”, defenestran a los históricos partidos políticos exhibiéndose como “lo nuevo”, “lo moderno”, “lo impoluto”. Más conozco a estos “profetas de la transparencia”, más valoro al Movimiento Nacional Peronista con su brazo político, el querido P.J.
La humanidad transitó por todos los caminos de la experiencia en su afán de aprendizaje, desde el lodo pegajoso de la confusión, hasta la celestial certeza de los escalones dorados del templo que conducen a la iluminación.
Mientras los aturdidos fariseos condenaban a nuestro señor JESUCRISTO, fue un pecador ladrón agonizante quien lo reconoció y sin tapujos lo adoró. La denominada “nueva política” en un gran número de ocasiones no es otra cosa que un maquillaje cruel que cubre insaciables ambiciones… Nosotros rendimos homenaje a los viejos partidos políticos que llevan con dignidad su historia a cuesta, La Unión Cívica Radical, el Socialismo, el Justicialismo, sin desmerecer de ninguna manera, a todo los recientes movimientos políticos en formación; pero para abrazar lo nuevo no debemos destruir lo ya existente que fue y es lo que nos posibilitó llegar a nuestro actual punto de comprensión. Aquellos compañeros que entregaron generosos sus horas de esfuerzo en el compromiso de una militancia efectiva, esos trabajadores que soportaron las dictaduras con su cruel autoritarismo, estos magníficos viejos peronistas deben ser respetados y honrados. Lo viejo es el noble cimiento donde se construirá lo nuevo que, en el transcurrir inevitable del tiempo, será tildado de vetusto.
La acción política es amor al prójimo, el hecho político encierra en su dinámica entraña el deseo indomable de mejorar a nuestra sociedad, esto no es viejo ni nuevo, es más bien eterno.
Máximo S. Luppino
Publicado en el DIARIO LA Hoja
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