Los vientos de guerra electoral soplan furiosos en la meseta del ánimo colectivo. Los paredones y carteleras, los pasillos y boliches son el marco donde se prepara la contienda.
Días de febriles negociaciones con promesas, lanzadas como lazos despiadados, buscan atrapar la voluntad del ciudadano a favor de uno u otro candidato.
Se venden y compran ilusiones, se ofertan puestos y funciones; se endiosan a unos, se demonizan a otros.
La verdad reposa distante de las pasiones egoístas, espera su tiempo de florecer en el jardín de la sinceridad.
Los laboriosos, que son mayoría y casi siempre anónimos, empujan el fardo de la comunidad. Las hienas políticas se alimentan de la carroña de la mentira, del despojo sobrante de la victoria obtenida por los estadistas valientes, auténticos leones de la sociedad.
Ningún imperio reinó por siempre, todo está inmerso en un ciclo esférico que gira sin cesar; se podrá extender la agonía, pero el fin del engaño llega, entonces un tiempo mejor brillará.
A los sinceros, a los confiados, a los honestos y altruistas les aguarda una buena oportunidad.
A los desaprensivos y abusivos les espera una prueba a superar.
Las ambiciones desmedidas siguen un curso alocado, estrujando a los mentores de las avalanchas materialistas.
Máximo S. Luppino
0 comentarios:
Publicar un comentario