Trasciende todo aquello que lleva en sus entrañas una fuerte dosis de verdad. El Peronismo está en constante ebullición y en la medida que “obedece” a un conductor, de costado observa el posible advenimiento de otro nuevo jefe. Esto sucede por varios motivos; en primer lugar, por haber sido fundado por un gran estadista de notable envergadura filosófica, el General Juan Domingo Perón, que empaña el alcance de los posteriores líderes del movimiento. En segundo término, la tremenda vocación de poder de los hombres y mujeres del justicialismo que le imprime a su acción política una dinámica singular que los motiva a sobrevivir en toda circunstancia. Esto se originó en los durísimos años de exilio del General que dio comienzo a la heroica resistencia peronista.
Por esto lo que llamamos el “Universo Peronista” es un espacio dinámico con sus propias y específicas leyes. Por ejemplo, el justicialismo siendo férreo oficialismo comienza a gestar en su propio seno la sublevación también peronista que asegura la transición del poder dentro de nuestras propias e inmensas fronteras.
El Peronismo está más allá de un aspecto sectorial y limitante. Sólo así puede elevarse por sobre los sectarismos y pregonar en la práctica cotidiana la evolución del hombre a través de su “comunidad organizada” plasmada a la vez en una sociedad justa y solidaria donde el progreso no es un hecho traumático, sino más bien un paso más en el contexto del “orden natural”.
Por fin “muerto el rey, viva el rey”. Después de todo primero la patria, luego el movimiento y, por último, los hombres es una proclama siempre vigente de una escala de valores que, por criolla, no deja de ser trascendente.
El desafío es perdurar con valerosa dignidad militante, con los pies sobre la tierra y los sueños más allá de las estrellas. Esto siempre es posible en nuestro poderoso Universo Peronista.
Máximo S. Luppino
Publicado en el DIARIO LA Hoja
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