Sin continencia ética alguna, improvisados y caprichosos "intérpretes" de la ley a su estricto placer y conveniencia, los desaforados alteran la convivencia normal social. Agitan quietas aguas, soplan sobre las llamas en un incendio, organizan bullangueras fiestas de graduados en los más solemnes templos de completa monástica reclusión.
Desubicados por naturaleza suelen insistir en transitar por caminos pantanosos, traen arteramente el pasado al presente, como si el tiempo fuera una cometa sin dirección, pisoteando la nueva y más completa percepción de los hechos, que gracias a la evolucionante inteligencia nos permite discernir mejor y, en no pocas ocasiones, mutar nuestras opiniones. Los episodios se tornan completamente dramáticos si se constituye un "grupo" de desaforados, ya que reciclan sus modestos pareceres en verdad absoluta, envistiendo demencialmente contra todo aquello que se les ocurra ajeno a sus criterios. Reñidos con la tolerancia, creen que la insistencia en el error les dará un día la razón. Todo aquello que no gravita en su estrecho terreno de comprensión es irracionalmente atacado. Se empeñan en no ejercitar la persuasión, se ufanan de sus modestas proezas de infantil cotillón.
No obstante late muy fuerte en su interior la misma esencia que todo lo sostiene y alimenta…dicho en otras palabras la evolución es indetenible, y por un sendero recto y despejado o por un camino fangoso y escarpado, todos, llegaremos a la meta suprema. Este es el dictado de las estrellas, la afirmación del rey sol, el mensaje del profundo océano y la más inmortal recomendación de nuestra alma. El desaforado de hoy será el equilibrado y medido conciliador del mañana. El necio e intolerante de hoy, será un apóstol de la lógica comprensiva de los días futuros. Los amigos desaforados retornarán a los perfumados fueros del autocontrol, renunciando por siempre a la violencia, claro. Esto sucederá como un gran hombre afirmó: "Todo en su medida y armoniosamente"
Máximo S. Luppino
Publicado en el DIARIO LA Hoja
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