¿Pueden los desamorados poseer ideales? ¿Los desamorados comprenden el valor de la amistad?... Se califica como desamorados a aquellas personas que no tienen amor o no lo reflejan. Cuando se ha convivido durante mucho tiempo con personas valiosas, capaces de brindarse el todo por el todo a cada instante. Cuando el sudor y las angustias fueron compartidas, cuando en la lucha tenaz se dejaron jirones de juventud y lozanía, ¿cómo no llamar hermano a ese compañero de camino?... ¿Cómo no seguir a nuestros amigos por los pantanos de las dudas, y combatir juntos para alcanzar certezas en el existir?
No interesa si algunos desamorados priorizan una seudo coherencia política con chicanas y oscuras intenciones. Sólo la coherencia del corazón se enarbola como una bandera victoriosa sobre la mediocridad reinante. Acompañar a los excombatientes de Malvinas en sus laberintos de penas es una obligación de todo argentino bien nacido. Ser indiferente con nuestros soldados es la peor traición posible para aquellos que todo lo dieron por la azul y blanca. ¿Qué pueden saber de compartir llantos y llagas los pusilánimes de escritorio? Cuando lo más arriesgado que vivieron fue el de cruzar un semáforo en rojo. O usufructuar con el trabajo de otros.
El fusil está aceitado, y las municiones son nuevas, las ganas de combatir transitan indómitas por las venas de todo latinoamericano. ¡Las Malvinas son Argentinas!... Sabemos que el camino es el de la paz, y a ese valor humanista y sincero ajustamos nuestra conducta. Pero también sentimos que somos capaces de pelear espalda con espalda para que nuestra nación no sea pisoteada por ningún criminal imperio. Argentina no peleó con Inglaterra, peleamos contra la OTAN, y el valor del soldado criollo quedó plasmado en cada enfrentamiento, en cada trinchera, en cada solitaria cabina de heroicos aviones, en cada lágrima, en cada tumba, en todos los recuerdos. Por favor, que nadie se ofenda. ¡Por esto amigo Palito votamos con vos!…
No interesa si algunos desamorados priorizan una seudo coherencia política con chicanas y oscuras intenciones. Sólo la coherencia del corazón se enarbola como una bandera victoriosa sobre la mediocridad reinante. Acompañar a los excombatientes de Malvinas en sus laberintos de penas es una obligación de todo argentino bien nacido. Ser indiferente con nuestros soldados es la peor traición posible para aquellos que todo lo dieron por la azul y blanca. ¿Qué pueden saber de compartir llantos y llagas los pusilánimes de escritorio? Cuando lo más arriesgado que vivieron fue el de cruzar un semáforo en rojo. O usufructuar con el trabajo de otros.
El fusil está aceitado, y las municiones son nuevas, las ganas de combatir transitan indómitas por las venas de todo latinoamericano. ¡Las Malvinas son Argentinas!... Sabemos que el camino es el de la paz, y a ese valor humanista y sincero ajustamos nuestra conducta. Pero también sentimos que somos capaces de pelear espalda con espalda para que nuestra nación no sea pisoteada por ningún criminal imperio. Argentina no peleó con Inglaterra, peleamos contra la OTAN, y el valor del soldado criollo quedó plasmado en cada enfrentamiento, en cada trinchera, en cada solitaria cabina de heroicos aviones, en cada lágrima, en cada tumba, en todos los recuerdos. Por favor, que nadie se ofenda. ¡Por esto amigo Palito votamos con vos!…
Máximo S. Luppino
Publicado en el DIARIO LA Hoja.
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