Existe un hilo conductor indisoluble entre los valores morales del punto de partida de un proyecto y el estado espiritual íntegro del objetivo a alcanzar.
¿Se puede transitar por el lodo de la mentira y el engaño con la finalidad de beber las aguas transparentes de la verdad?
¿Es posible adoptar herramientas canallescas y prácticas espurias para, supuestamente, establecer un orden social justo?
¿Se puede encarcelar, arbitrariamente, para garantizar la libertad?
¿Se puede matar para defender la vida?
El camino transitado con falta de escrúpulos e indiferencia por el género humano no nos conducirá a ningún lugar de paz y belleza, todo lo contrario, a métodos ilícitos; fines inconfesables.
Los medios deben ser tan transparentes como el fin mismo.
Los sentimientos genuinos se construyen laboriosamente de la mano de la férrea voluntad, y esa construcción es constante e incesante; a mejores pensamientos, acciones más contundentes.
Los ojos habituados a la oscuridad no toleran la luz.
Los intelectos torpes no reconocen la inspiración.
Los modales grotescos no poseen la gracia del destello sutil.
Si deseamos construir una causa justa debemos rendirle honestidad desde el origen mismo de su gestación y a lo largo de todo su desarrollo, entonces, sólo entonces cultivaremos el fruto dulce de un esfuerzo altruista. Lo demás es el abismo mismo.
EL FIN NO justifica los medios.
Máximo S. Luppino
Publicado en el DIARIO LA Hoja.
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