miércoles, 26 de septiembre de 2012

0 Engaños y Mentiras


Desde muy temprana edad nuestra sociedad descarga una violenta ráfaga de mentiras y engaños sobre el corazón puro y confiado de nuestros jóvenes. Esta andanada de “verdades a medias” resultan ser demasiado crueles para la confianza propia que los niños depositan en sus mayores. Creemos firmemente que la mentira es la violencia primera que mutila la confianza natural que los hombres debemos profesarnos unos a otros. Pero los hábitos negativos están demasiado arraigados en la comunidad mundial, y las mentiras publicitarias y propagandísticas son “aceptadas” casi con irresponsable resignación. Apreciamos cómo nos ofertan por la televisión productos de milagrosa existencia, que nos brindan utilidad y “resultados” más ligados a la metafísica que al concreto material mundo…Siempre y cuando: “¡LLAME YA!”, mientras aconsejan tener a mano la tarjeta de crédito.
Si sobrevolamos los autoritarios designios de la moda podemos apreciar un intento de masificación indescriptible de nuestra sociedad. Verdaderos atropellos a los criterios propios del libre albedrío y a la genuina individualidad humana. Alcohol y tabaco son ofrecidos en películas y series masivas con la naturalidad de quien comparte un caramelo. No haciendo referencia alguna a cuáles son las consecuencias de una libertina conducta. Un público inconsciente compra con más facilidad que un cliente atento y prevenido de las argucias comerciales. No es de extrañarse entonces que en las campañas electorales ciertos políticos prometan lo que saben de antemano, no van a cumplir. Convivimos con pautas mentirosas de acción. Las palabras no representan lo que verdaderamente sentimos. Escondemos nuestras intenciones detrás de negros anteojos que esconden “las ventanas del alma”. El apretón de manos, y la mirada directa a los ojos, son gestos escondidos en los gloriosos pueblos rurales alejados de las vertiginosas locuras citadinas. Tomemos el compromiso con nosotros mismos de hablar con palabras sencillas y directas. No engañemos a nuestros hermanos. El engaño es destrucción. La sinceridad es buena voluntad aplicada.


Máximo S. Luppino

Publicado en el DIARIO LA Hoja.

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