0 La Ventana

San Miguel aguarda optimista, palpa esperanzas en todos los instantes, nuestro pueblo busca rumbos de grandezas, no claudica si los obstáculos aún perduran. El soberano de los almanaques desde sus profundas latitudes jamás detiene su inclaudicable marcha. Pica y repica en un tictac acompasado que señalan ritmos de existencias. Pero sabido es que la magia existe, sólo un puñado de amargos desesperanzados la niegan para justificar su  desconcertante desaliento. De pronto, un manto de violáceos colores descendió glorioso sobre las calles lindas del pueblo nuestro; entonces todo lo reinante parecía una travesura de luces y sombras que nos producía felicidad.  Sucedía que la célebre ventana del público edificio de la calle Sarmiento abría sus hojas de par en par. El distinguido morador permitía el aura reflexiva y austera de la importante oficina, casi un templo de honestidad, se mezclaba libremente con los aromas simples de los vecinos y laburantes que con sincera dedicación corrían tras sus anhelos.  

Más que una ventana abierta es un augusto corazón doliente entregado a San Miguel en mártir sacrificio…De vez en vez el distinguido morador asoma su rostro heroico al umbral mismo de la mítica ventana, y sonríe en medida forma, observa la distancia cual aguerrido general divisa sus bravos ejércitos prontos a luchar. En  ÉL me parece ver al glorioso Mio Cid Campeador pronto a liberar Castilla de la  drástica invasión Mora. ¡San Miguel, San Miguel!...De infinitas ventanas abiertas, de muchísimos corazones buenos, de tantos instantes de sano labor, de centenares de estudiantes que buscan repuestas pateando adoquines añejos de antiquísimas preguntas.  Los muros más funestamente sólidos que levantamos son aquellos que nos separan de nuestros hermanos. Nosotros caminamos por la pintoresca plaza un poco desalineados y con escasas cartas de presentación; pocas cosas sabemos, intentamos perdonar y compartir, dar gracias a DIOS por todo y admirar silenciosos al vigilante de la abierta ventana…

Máximo S. Luppino