miércoles, 26 de septiembre de 2012

0 LO SIMPLE Y LO COMPLEJO


El respeto por lo simple allana el camino del desenvolvimiento. La tendencia de optar por los métodos complejos enmaraña el logro de los objetivos, al punto tal que peligra el logro mismo del objetivo en cuestión. Lo simple es claro, directo, lógico y armónico. Lo complejo es difuso, indirecto, ilógico e inestable. Sin dudas desde el escritorio parece fácil optar por lo correcto, pero en verdad se necesita un agudo discernimiento para elegir lo adecuado a cada circunstancia. En las organizaciones humanas todo individuo es necesario y valioso, ninguna persona jamás es “material descartable”; la cuestión radica en saber ubicar a cada persona en el lugar adecuado acorde a sus talentos y potenciales. No podemos pedirle a un fogoso barrabrava en medio de un clásico futbolístico que desgrane un solo de violín para deleite de la tribuna… Tal disparatado error es fruto de un criterio disparatado y confuso.
Las estructuras políticas-sociales que se abrieron camino en las escabrosas páginas de la historia, fueron  aquellas que poseían un eje conductor (jefe o líder) con claridad de conceptos definidos, capaz de confiar en una dinámica organización creada a propósito para resguardar los principios e ideales movilizadores de su indetenible acción. El Justicialismo nació de la mano de Juan Domingo Perón, que poseía el objetivo de alcanzar el poder político para plasmar la justicia social tan necesaria en aquellos tiempos. El Peronismo dio trascendencia a nuestra Nación Argentina, sabiendo que debíamos lograr la independencia económica y la tan ansiada soberanía política. El General organizó un partido político ágil y de rápidos reflejos de reacción; basado en una filosofía política movimientista, que trascendía por mucho a los meros objetivos partidarios. De esta manera el Justicialismo se convirtió en una forma de vida, con sus propias pautas culturales. La C.G.T organizó a nuestros trabajadores, así los días más felices de los argentinos florecieron de una mente brillante con un corazón generoso.



Máximo S. Luppino

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