¡Trujui es mágico!... un barrio humilde de gente de laburo, con manos labradas en la puja cotidiana del trabajo honesto. El corazón de Trujui es alegre y cándido a la vez, el padre Julio Merediz ayudó a forjar el aire pujante y religioso de nuestro barrio sin igual. Es aquí, en este rincón lleno de luz del universo, donde Martín Fierro nació, fue a fines de 1983, en un amanecer distinto, en un día donde decidimos avanzar para nunca jamás detenernos. En ese entonces no teníamos canas, ni dolores en los huesos y el pasar un poco de hambre viviendo con un poco menos que lo justo no nos impedía soñar, cantar, escribir, y comenzar a edificar algo bueno para todos…Quisimos fundar un establecimiento educativo para los más humildes, para nuestros hermanos, los hijos de los que acumulaban horas en las fábricas frente a una ruidosa máquina; para los pibes de los hombres nobles de la cuchara y el fratacho sobre el rústico tablón de la obra. Así, DIOS no permitió concretar nuestros anhelos, y las escuelas Martín Fierro son base y sustento de un sentir argentino en Trujui.
Tanto ayer como hoy respondemos a las rastreras críticas construyendo y edificando aulas con el poderoso hormigón armado que nos representa. En algunas ocasiones miramos hacia atrás y vemos a nuestra historia cómo nos sigue empujando hacia adelante, también algunas lágrimas rebeldes se nos escapan lentas y pesadas cuando evocamos a aquella parte de nosotros mismo que cruzaron el río, para ayudarnos desde la otra orilla. No somos “cháchara” ni “vendedores de humo”…Somos parte activa de un corazón gigante que algunos llaman Martín Fierro. Mientras los hijos de la especulación amontonan mentiras en torno de noches frías llenas de sombras cobardes, nosotros, Martín Fierro, seguimos pegando ladrillo en Trujui, mientras vemos ondear nuestra azul y blanca más linda que nunca…
Máximo S. Luppino
Publicado en el DIARIO LA Hoja
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