miércoles, 26 de septiembre de 2012

0 DESDE EL INTINTO A LA INTUICIÓN


Todo lo existente está inmerso en un indetenible proceso evolutivo sumamente dinámico. Llamamos casualidad o suerte a todos aquellos sucesos que, por el momento, no podemos explicar; conforme la humanidad adquiere mayor conocimiento comprende y manifiesta muchísimos fenómenos que ayer los atribuía  al “capricho de los dioses”. DIOS no posee atributos humanos, el UNO, sin igual, posee tres atributos divinos difíciles de comprender por nosotros con nuestro limitado intelecto. El SEÑOR del cosmos es omnipresente, esto es, que ÉL está en todos lados al mismo tiempo. No existe el vacío, el monarca del tiempo está consciente de todo. Al ser omnipresente se torna omnisciente, esto es: todo lo sabe, ya que estuvo siempre presente antes del inicio mismo del tiempo; las hojas del almanaque no afectan al padre de la creación. La omnipresencia junto a la omnisciencia gestan la omnipotencia, el poder hacerlo todo sin límite alguno. De hecho la creación toda emanó de ÉL mismo.
Los hombres evolucionamos desde el primitivo necesario instinto, para sobrevivir, hasta la gloria inconmensurable de la intuición divina. El tosco instinto irracional necesario y egoísta cede paso lentamente a la pasión. Junto con la pasión se desarrollan apegos y la humanidad polariza sus conceptos buenos y malos, propios y extraños. La pasión divisionista se rinde gentilmente a un sentimiento más noble y sutil: la emoción, ésta comienza a entrelazarse cada vez más con la inteligencia, entonces la emoción posee tintes de moderación y razonabilidad. En esta etapa la entrega a causas nobles aparecen en la conciencia humana. Conforme se cumple con este maravilloso proceso, lentamente comienza a develarse en el hombre los primeros destellos de inspiración. Afloran en la actividad artística creadora. La percepción directa e inequívoca de fragmentos de verdad se denomina intuición. La intuición es certeza total y absoluta. Sabemos que la verdad existe y se impone por propia gravitación.



Máximo S. Luppino
Publicado en el DIARIO LA Hoja

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