miércoles, 26 de septiembre de 2012

0 PERFUME DE PENSAMIENTO


El pensamiento en el sublime rango de inspiradas ideas motivadoras genera una visión esplendida en los hombres; por más que el materialismo que nos asedia nos mantenga aún la mirada segada. Donde un pensamiento se hospedó queda vida pujante floreciendo en el espacio fecundo. En ocasiones podemos respirar la grandeza de las ideas y percibir en el vacío el glorioso perfume del alma. “¡Los pensamientos viven y viajan muy lejos!”, Un hombre sabio trasmitía esta verdad a sus discípulos. Las verdaderas transformaciones comienzan en nosotros desde nuestro corazón que establece a la mente un horizonte al cual dirigirse. La diferencia entre palabras huecas y frases conmovedoras es el de la calidad del pensamiento que encierra. Cuando leemos una espléndida obra literaria en ocasiones percibimos la presencia cercana del autor, la fuerza viva del pensamiento que los libros encierran modelan nuestras vidas. Es idéntico el sentimiento cuando escuchamos las delicadas melodías de una sólida pieza musical. Asimismo nos elevamos cuando nuestras pupilas se detienen en los bellos colores de una hermosa pintura. Es el mensaje perfecto del arte que nos adelanta una fracción de la gloria de los cielos que nos aguardan. De la misma manera la ciencia sueña y devela misterios para regalarle grandeza a la humanidad. El pensamiento es la senda a recorrer, es un camino lleno de gratas sorpresas, convierte al bruto en poeta, a la cruel bestia en amoroso ángel. No obstante la interminable lucha entre el bien y el mal es continua, por lo tanto debemos discernir entre los pensamientos bajos y rudimentarios, y aquellos pensamientos sublimes, capaces de trasmutar las más duras desgracias en sutiles grandiosos momentos. Existen pensamientos salutíferos, hay pensamientos revolucionarios que barren obsoletas estructuras sociales, sobre todo existen pensamientos generosos y solidarios que enaltecen la condición humana. Cada pensamiento bueno deja un perfume en el espacio que nos ayuda a encontrar la verdad.


Máximo S. Luppino


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