En el microclima del mundillo político de San Miguel vemos potenciada una selva en miniatura. Ruge el ratón, lanza zarpazos la hormiga y profiere violencia incontrolable una “horda” de letales babosas. Lamentable circunstancia la que muestra a un mendigo derrochando lo que no posee. Las palabras suenan vacías de contenido y las ambiciones desmedidas se lanzan sin prudencia ni tapujos. No obstante, en silencio y subterráneamente los cambios se están gestando. Las transformaciones pueden demorar algún tanto, pero siempre arriban a buen puerto las austeras naves de la verdad.
Es de necios pretender cambiar el pasado. Es imperioso esforzarnos en el presente para encontrarnos con un futuro venturoso. Honrar la acción política es buscar consensos para edificar con acuerdos y siempre sumando voluntades nuevas a la gran empresa nacional. Creer que es fácil surcar heroicamente el arduo desierto del Sahara, observando un modesto reloj de arena sobre un despoblado escritorio, es un ejercicio de negligencia imaginativa.
El sano espíritu de superación nada tiene que ver con el facilismo de los irresponsables. Un ejército de osos perezosos a paso redoblado, igualmente llegará tarde a la batalla. Ya que el perezoso no logra superar su fundamento de movimientos lentos y aletargados. ¿Qué deseamos decir? Queremos subrayar que si pretendemos una fundamental transformación en nosotros tenemos que apuntar al núcleo mismo de nuestros errores; así poder timonear drásticamente para bien el rumbo de nuestro accionar. ¡Nadie puede lanzar la primera piedra! Todos estamos llamados a superarnos. Mejorando nuestra calidad espiritual influiremos en el mejoramiento de nuestra comunidad y de la sociedad toda. Aportar lealtad y sinceridad en nuestras diarias relaciones mejora en mucho la atmósfera mental de nuestra colectividad. El fundamento de “La comunidad organizada” es el accionar solidario, fraternal y responsable de todos los actores sociales; entonces apreciaremos cómo “El pueblo salva al pueblo” por propio imperio de una nación comprometida con nobles causas trascendentes.
Máximo S. Luppino
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