El "rey" manda sus "peones" a debilitar "la torre", hay "caballos" que se mueven como torpes burros; raudos "alfiles" están prontos a surcar el tablero indignamente inclinado ¿Triunfarán los laboriosos "peones"? ¿"La torre" le cantará Jaque-mate al "rey"? Parte del encanto del ajedrez es que hasta la "movida" más inocente puede ser letal. Tendrán los jugadores una visión total del "tablero" o algunos sólo miran "partidas" ya jugadas, quedando atrapados en viejas estrategias hoy ya caducas para esta nueva instancia. Siempre "la torre" se mueve linealmente, simboliza fortaleza y atención sostenida; es, para algunos de nosotros, una pieza insustituible.
El ajedrez requiere del dominio de los impulsos y pasiones, de lo contrario este noble y antiquísimo juego puede convertirse en una despiadada contienda de King Boxer con accidentados resultados.
Las ambiciones desmedidas se tornan en crueles consejeros, "todo posee su tiempo bajo el sol"; precipitar protagonismos y acelerar artificialmente procesos naturales, es transitar a contramano del destino.
Los liderazgos políticos están íntimamente ligados a la calidez humana y a la grandeza del alma, todo se gana con laboriosidad disciplinada, pero también con ideales de servicio a nuestros semejantes; de lo contrario convertimos la acción política en una sociedad de responsabilidad limitada.
El jardinero que trabaja enojado cultiva flores sin color ni dulce aroma, la tierra se manipula con la sabiduría de los tiempos cargados de armonía, así las blancas y amarillas rosas regalan luz y belleza sin igual.
Realicemos votos para que "el tablero" se nivele, así, las "patadas debajo de la mesa" finalizarán; un combatiente sin código de honor deviene en mercenario sin respeto, diluido el respeto la batalla está perdida antes de que llame el clarín a la contienda. El CREADOR del juego nos sugiere dignidad en nuestras "movidas".
Máximo S. Luppino.
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