miércoles, 26 de septiembre de 2012

0 Cantos de Sirenas


Más allá de los mares profundos llega a todos los rincones del planeta el encantador “canto de sirena”. Atractivas melodías taladran arteramente a los oídos descuidados de ambiciosas personas. La razón transita por consolidados senderos. Los “sueños” desestabilizantes se empeñan en transitar por peligrosos pantanos de putrefacto fango.
Los encantadores de serpientes son doctos en el fraudulento arte de la fascinación. Los hombres buenos confían en la fuerza de su trabajo y la honestidad de intención. Sucede que de tanto mentir se engañan a sí mismos, perdiendo la valiosísima brújula del autocontrol interior. La ley del “búmeran”, académicamente denominada como ley de causación, es inexorable y matemáticamente exacta, retribuyendo a cada uno los frutos de su siembra. Cuando los hombres accionamos la rueda del destino no podemos escapar de los lógicos efectos de nuestras acciones. Tarde o temprano terminamos bebiendo el brebaje que preparamos para los demás. Es probable que nuestro cuello visite la siniestra guillotina que hemos laboriosamente afilado para otros, Robespierre puede dar fe de esta afirmación.
El intrépido Ulises se sujetó firmemente al palo mayor de su nave para poder escuchar sin peligro el mágico canto de las sirenas. Cuando se utiliza el término “hermosa como una sirena”, a modo de halago o piropo no se hace otra cosa que sumar confusión; ya que en primer lugar, serían las sirenas mitad mujer, mitad pez. Creo que no hace falta estar enrolado en alguna corriente feminista para tildar de denigrante este concepto para las portadoras del sagrado don de la maternidad. Además, las crónicas de antaño describen a las sirenas como seres poco más que monstruosos y deformes. Si agregamos que su “canto” enloquecía a sus escuchas, estaríamos frente a una criatura funesta, más que ante la presencia de un angélico ser. Saber escuchar es discernir sobre la veracidad de lo manifestado. Los cultores del canto de las sirenas ya enloquecieron…



Máximo S. Luppino

Publicados en el Diario La Hoja

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