Las reacciones colectivas populares son significativas y emocionantes, reflejan, indudablemente, sentimientos grupales adormecidos en las entrañas profundas de las personas. La muerte del doctor Raúl Alfonsín estremeció a la nación, militantes adherentes a sus ideas políticas, como adversarios históricos de Don Ricardo quedaron intensamente conmovidos por igual. Tal vez por esos traviesos caprichos del destino, Alfonsín con su paso a la eternidad quedó reconocido más que nunca como un gran presidente argentino; ícono indiscutido de la democracia, y por sobre todas las consideraciones relativas, calificado por el pueblo como un genuino HOMBRE DE BIEN.
Sentimos que el doctor Alfonsín brindó un invaluable póstumo servicio más a la patria desde la muerte misma; trasmutó su deceso en un hecho histórico de unión nacional. ¿Podría un ex presidente tener una muerte más significativa y romántica que la que generó Don Ricardo desde la soledad inconmensurable de su propia partida? Los grandes hombres trampean a la muerte y transforman su partida física en un manantial de luz que derraman generosos sobre su amado pueblo.
Sentimos que el doctor Alfonsín brindó un invaluable póstumo servicio más a la patria desde la muerte misma; trasmutó su deceso en un hecho histórico de unión nacional. ¿Podría un ex presidente tener una muerte más significativa y romántica que la que generó Don Ricardo desde la soledad inconmensurable de su propia partida? Los grandes hombres trampean a la muerte y transforman su partida física en un manantial de luz que derraman generosos sobre su amado pueblo.
Hoy nos recordó Don Ricardo que los valores morales poseen una dimensión infinitamente más duradera que el triste rechinar mundano de un puñado de monedas en un bolsillo huérfano de grandeza. La bandera argentina a media asta, las interminables colas de ciudadanos jóvenes y maduros que desearon brindarles sus respetos en el congreso nacional, junto a un Chascomús paralizado por el dolor, nos muestran la dimensión patriótica genuina del ex presidente. Por unos días el canibalismo político se detuvo, por muchas horas los ánimos se apaciguaron rindiendo culto a la reflexión, en estos momentos se revalorizó la democracia y los conceptos republicanos; sentimos todos que una unidad nacional más profunda es posible…Todo esto lo logró Alfonsín con sólo interrumpir su aliento. Nada, mañana será igual.
Máximo S. Luppino
Publicado en el DIARIO LA Hoja
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