Una característica de la necedad es la insistencia obsesionada en una acción errónea. Reiterar conductas irritativas y díscolas nos conduce al oscuro callejón del sufrimiento mental.
El noble y servicial perro lazarillo guía al no vidente por el mundo exterior, permitiéndole llevar una vida normal; estos amorosos animales (casi ángeles) brindan compañía y apoyo al necesitado; brindando servicio evolucionan, desarrollan facultades que parecen por mucho trascender al reino animal.
La contracara parece ser el obtuso burro que se torna rígido y terco ante el requerimiento del hombre. Patea y rebuzna convencido de que fortaleza es no colaborar, mantenerse solitario e indiferente ante el esfuerzo del conjunto.
Los seres humanos cargamos en nuestro mundo emocional un "zoológico residual"; en ocasiones "pateamos", actuando con falta de armonía y ubicación ocasionando nuestra propia disconformidad interior. En otros, dulces momentos, la luz del entendimiento brilla en nosotros y procedemos a servir a nuestros semejantes y ser útiles, esto nos ocasiona un creciente placer indescriptible por haber transitado un trecho por el liberador camino del altruismo.
El abnegado caballo de tiro, a través del trabajo, se trasmuta en el celestial "unicornio" portador de centellantes ideales. La mítica loba que protegió a Rómulo y Remo se constituyó en el espíritu y emblema de la gloriosa ROMA. Los dulces delfines, asistentes incondicionales de los náufragos y revitalizadores mágicos de los niños sumidos en oscura soledad, son la guardia pretoriana de Poseidón.
Todos los días en la maravillosa aurora, luego de agradecer a DIOS por nuestra vida, pensemos si pretendemos patear y rebuznar o ser útiles, serviciales y gentiles.
Máximo S. Luppino
Publicado en el DIARIO LA Hoja
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