Las desafiantes solemnes alturas de los citadinos rascacielos no confrontan con la pacífica armonía de los campos y chacras. Después de todo, el rígido cemento se aploma sobre el mismo verde terreno que ayer, los hombres, transitamos con descalzos pasos en busca del sentido de nuestros días.
La confrontación es el impacto frontal de dos o más fuerzas que se dirigen en “aparente” sentido opuesto… Pero, una vez acalladas las turbulencias, una instancia nueva emerge: es el dictado del infatigable espíritu de evolución que nos empuja a mejorarnos y a construir una civilización más justa y armoniosa sobre las nostálgicas ruinas de nuestros pasados criterios.
“Todo en su medida y armoniosamente” diría el General Perón con una sonrisa de plena suficiencia, induciendo al equilibrio y la calma; instándonos a que nos alejemos de los sórdidos extremos. Luego hablaría una y otra vez haciendo magistral despliegue del benigno poder de la persuasión…El pueblo descansaba en paz: Perón es el hermano mayor que sabe guiar con amor y paciencia a su querido pueblo.
El conflicto del sector agrario debe superarse…Importa poco buscar “culpables”, sí es imperioso edificar acuerdos de fraternidad y “no agregar leña al fuego”; cada pensamiento, cada opinión, deben ser mesurados y constructivos. Recordando que los desidiosos se debaten entre túnicas y cachiporras marchando taciturnos hacia el confesionario de sus propias almas; ya que: “lo que deba ser, será”, en el profundo sentido de que “El hombre es artífice de su propio destino”…Trigo, soja, girasol, maní, cítricos, algodón, caña de azúcar, yerba mate y mucho más. Tambos floreciendo para que la leche y sus derivados lleguen a costos apropiados a la mesa familiar y gratuitamente para todos los necesitados. También exportar para crecer y desarrollarnos, con fábricas empleando argentinos y hermanos latinoamericanos que están con nosotros. Esta es LA ARGENTINA QUE SOÑAMOS…
Máximo S. Luppino
Publicado en el DIARIO LA Hoja
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