En aquellos dorados años de nuestra juventud crecíamos tan llenos de sueños, nos veíamos luchando sin fatiga para construir una sociedad más justa, con un pueblo feliz cimentando su destino de grandeza con trabajo y estoica actitud… Estábamos proyectando en nuestras mentes los días gloriosos de una solemne epopeya nacional, héroes de causas dignas, militantes sociales con vocación de servicio.
Las opciones continúan delante de nosotros, optamos por la grandeza de la solidaridad o por la lúgubre sombría angustia del egoísmo. Vimos a nuestro querido peronismo transitar por muchos senderos, nuestro movimiento justicialista se calzó sobrias zapatillas de obreros dignos, también lució “intelectuales mocasines”, revivió cantos de pura tradición con telúricas alpargatas y llegó a portar con orgullo rudos borceguíes de guerra… nunca se colocó frágiles “tacos altos” ni ridículas pelucas…
Se asevera que las crisis suelen paralizar y acobardar a unos y enaltecer hasta lo inimaginable a otros; pero esto no sucede por casualidad, sino más bien por causalidad, en efecto, nos preparamos siempre para el devenir; y nuestros pensamientos predisponen y construyen nuestras futuras acciones. Siempre todo nace, en primera instancia, en el mundo mental para luego plasmarse en el mundo material. Se enlodó tanto “la cancha” que el más cínico y traidor se exhibe como “triunfador” si posee dos cobres en el bolsillo…Se desconfía de las denuncias judiciales, ya que la gente sospecha que pueden ser inexactas o, peor aún, que pueden ser parte de una indigna lucha política de intereses. De todos modos, y a pesar de los traspiés, el saldo es tremendamente positivo porque la evolución no se detiene, continua nuestra consciencia expandiéndose en el insondable mundo del conocimiento. Las experiencias vividas nos dejan indelebles enseñanzas y los hombres nos aproximamos, cada vez más, a la VERDAD trascendental, la cual bien merece sumergirse resueltos en la gran epopeya de la vida.
Máximo S. Luppino
Publicado en el DIARIO LA Hoja
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