Fueron días duros, jornadas frías, olían a revancha, proscripción y rencor. Los profetas de las dictaduras pretendieron con balas “matar el sentir” de una nación. Buscaron separar a Perón de su pueblo; pero, tal como no se puede separar las olas del mar, ni el perfume puede ser arrancado de las delicadas rosas, ni se puede opacar la luz inspiradora de las estrellas en profunda noche, tampoco pudieron interrumpir la comunión de Argentina con el General…un ejército de militantes armados sólo con la fuerza de su convicción y la ilusión del día del retorno enfrentaron el autoritarismo y la injusticia.
En esos días la gente no se cambiaba de partido ni “borocoteaba” especulando dónde podía “ganar más”, no se arrastraba en el lodo de la humillación por “un nombramiento”… De esas jornadas de profundo Peronismo, en esos tiempos, se forjaron las convicciones de JOSÉ ANTONIO CASTRO…Don CASTRO para todos los que lo respetamos. Hace dos años que el compañero CASTRO camina por otros lugares más sutiles, por otras latitudes de mayor libertad y seguro que sus cansados pasos están totalmente aliviados. Es la vida que juega a las escondidas con nuestros seres queridos quizás para que, luego de verlos partir, apreciemos aún más su valor y, en el momento del gran reencuentro, apreciemos maravillados su verdadera dimensión infinita.
Héroe silencioso de mil batallas anónimas, luchador de causas buenas, honesto y viril en sus ideales de peronista de ley, de los que no podemos ni debemos olvidar. Dejó tras de sí un sendero lleno de flores, familiares, amigos, compañeros de militancia, esposa e hijos que jamás lo olvidarán.
Hoy nombramos a José Antonio Castro con palabras de reconocimiento y admiración, esperamos que su ejemplo continúe expandiéndose en el corazón de todos los que le rendimos respeto y amor.
Máximo S. Luppino
Publicado en el DIARIO LA Hoja
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