Los días de mayo tienen ese sabor singular y sublime que presagia el nacimiento, son silencios históricos profundos que están acompañados por un sin número de voluntades poderosas prestas a fundar el resurgimiento de la nación.
Los pensamientos patrióticos de aquella semana de mayo de 1810 se proyectan hasta nuestros días clamando unidad, deseando fraternidad manifiesta entre todos los argentinos. El sentimiento patriótico es siempre generoso y aglutinador, alejado de toda confrontación estéril entre hermanos. Argentinos en Salta, argentinos en Rosario, todos hermanos cobijados por la única misma enseña nacional, que desde su sol central solemne y augusto, lanza luz de entendimiento en este mayo fundacional.
Rogamos a nuestro padre JESUCRISTO, señor de la historia, que el próximo acto de nuestro 25 de mayo nos encuentre trabajando todos juntos para una Argentina potencia. Generosa con el mundo y totalmente justa y solidaria con los que menos tienen. Ningún niño debe pasar hambre, ninguna familia debe carecer de vivienda merecedora para tener una vida digna.
Una Argentina potencia no sólo es una posibilidad cierta, sino que es una obligación patriótica como militantes de una patria latinoamericana y como ciudadanos del mundo, ya que el deseo de Argentina potencia es motivado por una vocación de servicio humanitario, alejado de toda idea imperialista totalitaria. Nada es difícil si las motivaciones son adecuadas y nos dejamos iluminar por la luz de la verdad, el espíritu de pioneros nos tiene que impulsar para refundar una Argentina justa con un pueblo libre y feliz. La patrona de nuestra nación, la Virgen de Luján, protegerá nuestras acciones y nos guiará por el sendero de grandeza que nuestros próceres transitaron con genuino amor a sus semejantes. Cerca del bicentenario, la patria nos reclama unidad.
Máximo S. Luppino
Publicado en el DIARIO LA Hoja
0 comentarios:
Publicar un comentario