Cuando las personas se abren camino y logran concretar objetivos se las puede catalogar cómo “exitosas”. Pero en realidad lo importante es estar transitando hacia la infinitud de nuestro ESPÍRITU.
Una sociedad quejumbrosa se predispone para sumergirse en el fracaso. Una comunidad con pensamientos positivos disfruta del hecho de EXISTIR, de ahí en más “todo es ganancia”. En las mañanas, cuando despertamos, ya somos testigos y protagonistas del primer milagro… estamos vivos, sintiendo, analizando, proyectando planes.
Nos topamos con individuos cultores del “no se pude”, arquitectos de tediosos laberintos psicológicos que conducen a quebrados objetivos, donde en un territorio de morbosos sentimientos se regodean con las frustraciones colectivas. Para ellos: ¡PERDÓN…NOS FUE BIEN!
En verdad el BIEN llama a diario a la puerta de nuestra conciencia y, en ocasiones, nos demoramos en recibirla.
El “todo está mal”, “esto no va andar”, “difícil que se salve” “ese no cambia más”… todas afirmaciones que retrasan nuestra realización con el agregado del sufrimiento extra que acarreamos por enfrentar, sórdidamente, nuestra naturaleza divina.
Los chismes, las mentiras, el miedo y la envidia son venenos para la mente que nos alejan de nuestra esencia, es este el camino hacia los pantanos de la ignorancia donde ahogamos la felicidad.
Las palabras cargadas de belleza y verdad se tornan poderosas, como las luces de los versos dorados de los poetas o cómo los colores diáfanos de los pintores sublimes. Si somos positivos, decimos la verdad, ayudamos a empujar el carro de la humanidad, nos aguardarán jornadas felices de insospechada grandeza. Entonces nadie se refugiará en las cavernas de la ignorancia, todos viviremos en las mansiones del TODOS PODEMOS.
Máximo S. Luppino
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