martes, 25 de septiembre de 2012

0 Sacrificio y redención


El planeta, devastado por el dolor y la indiferencia, parecía  estar sumido en una oscura nube densa y sórdida de huérfano desaliento. Las flores palidecían por la violencia reinante, mientras los pájaros volaban pesadamente en una atmósfera lúgubre de pesimismo y desconcierto, la humanidad practicaba un despiadado egoísmo y la ignorancia deambulaba caprichosamente de paraje en paraje.
Pero el PADRE siempre cuida a sus retoños… envió a su glorioso hijo con un manojo infinito de luz de amor. La redención de los hombres comenzó y la VERDAD, ataviada de profunda compasión, visitó la tierra. Así un flujo creciente de justicia e igualdad nos señaló el sendero.
Guardamos la certeza de una sonrisa celestial regalada desde la cruz de redención, donde el sacrificio cobró un sentido liberador…El perdón vibró en las manos de los soldados y las lanzas ensangrentadas palidecieron de vergüenza.   
“Perdonando somos perdonados”…brindar perdón es brindarnos una oportunidad de cobijar a DIOS en nuestra conciencia. La acción más perfecta es la que proviene de la gratitud al gran MAESTRO que sufrió por nosotros  abriéndonos el camino de la realización espiritual.  
El principio de un nuevo tiempo asomó detrás de aquellas colinas y las oraciones fueron pronunciadas con un renovado fervor, un manto de protección divina cubrió la tierra cuidando a toda criatura del infortunio de la ignorancia.
En el más discreto silencio el árbol del conocimiento se desarrolla, sus ramas pugnan por alcanzar el cielo y tocar al SOL, los ríos precipitaron su peregrinar hacia el infinito mar y las nieves de la bienaventuranza jamás se volvieron a derretir de las magníficas cumbres de la celestial sabiduría.

Máximo S. Luppino.

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