miércoles, 26 de septiembre de 2012

0 SUSPIROS DE BARRIO


Los lugares por los cuales pasamos dejan en nosotros indelebles huellas, los rincones en los cuales soñamos quedan habitados por duendes despiertos que reviven nuestros sueños. Lo aparente es sólo un pequeño gramo de arena de una infinita playa de dicha perfecta e invisible. Nuestra infancia permanece luminosa y alegre detrás de cada arruga, detrás de cada cabello blanco, detrás de cada recuerdo que no muere jamás…

Ayer despoblado campo perfumado de libertad, hoy barriada populosa con esperanzas a flor de piel, con cantos simples y jubilosos, con todos los momentos compartidos en murmullos vecinales. Una línea digna de casas trabajadoras parecen delinear una frontera de pertenencias populares; con poco lugar para las apariencias, es el barrio un enorme confesionario espontáneo, donde el chisme y la culpa se redimen con genuino sentimiento en una charla improvisada de veredas polvorientas. Las carcajadas son estruendosas y dramáticos son los llantos que permanecen presentes en una memoria colectiva que todo lo atesora. El barrio posee un registro indisoluble de episodios y situaciones, fieles historiadores en ojotas custodian las tragicómicas epopeyas barriales. Ya es de tarde y el campanario de la capilla de Trujui lanza al cielo rugidos de fe, el barrio escucha, los vecinos comprenden y suspiran aliviados evocando su vínculo con DIOS.
El barrio nos educa en su filosofía de códigos genuinos, de solidaridad nacida desde lo más profundo del corazón, en sus historias de sacrificio y progreso canta el pueblo sus canciones que llegan hasta el cielo mismo. Universidad con catedráticos ocultos en cotidianas escenas de afectuosas experiencias. Camino siempre por las calles de las nostalgias sin poder escapar del encanto mágico de los potreros y de las zanjas, de las changas en la casa el fin de semana, de las visitas bullangueras y de los parientes que prestan caras nuevas al viejo lugar. Suspiros de barrio, suspiros del corazón…


Máximo S. Luppino

Publicado en el DIARIO LA Hoja

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